martes, 17 de marzo de 2009

Hacia lo más alto.

Esta vez no se anda con chiquitas y Francisco Monedero emprenderá el asalto al Everest. No se puede menos que admirar a Paco por su tesón y presencia de ánimo y por esa constancia de hormiguita que le hace conseguir que muchos pocos hagan un mucho y que la colaboración de muchos segovianos le suban a hombros, al menos hasta el campamento base.

Desde allí, mirará la cumbre la noche antes del asalto y, mientras se toma un te caliente, pensará en la emoción que sintió al coronar el Gasherbrum II; luego en los cien metros que le faltaron para el Cho Oyu, y después se dirá que la montaña sólo es esfuerzo y que cumbres mucho más difíciles ha superado en la vida, de esas que siempre se suben sin oxígeno.

Paco conoce el éxito de hacer cumbre y lo que es mejor aún, conoce bien lo que es no coronar, -que no significa fracasar, porque sólo fracasa quien no lo intenta- y estoy seguro que cuando prepare el material, y coloque cuidadosamente en la mochila las cenizas de su hermano Curro, bien arropadas entre las banderas de sus patrocinadores, sólo tendrá en la cabeza llegar arriba, para llevar a su hermano hasta lo más alto, casi, casi, al cielo mismo.

Seguro que desde allí se ve hasta Segovia, por lo menos.

viernes, 13 de marzo de 2009

Hágase la luz.

Antonio Páez, felicitado tras su elección en la sede de la CEOE. Imagen proveniente de El Adelantado.
No es casualidad que Antonio Páez, haya sido elegido ayer nuevo presidente de ASERLUZ, la asociación de fabricantes de rótulos de España, de la que ya había sido el delegado para Castilla y León durante los dos últimos años. Quienes le conocemos, -en mi caso estrechamente tanto personal como profesionalmente-, nos alegramos sinceramente por este logro, difícil y hace apenas unos años casi impensable en un sector, el del rótulo y la imagen corporativa, en el que unas pocas grandes empresas habían llevado la voz cantante.

Antonio Páez empezó barriendo el taller y además tuvo que comprar la escoba, y ha pasado años trabajando personalmente en un taller que crecía día a día. Llegó al rótulo después de que en 1989, la experiencia de Tridimensional, el primer estudio de diseño profesional de Segovia, del que fuimos cofundadores junto con Carlos Horcajo, le avivase las ganas de profundizar en ese mundo, apoyado por su dominio de los oficios y los materiales y sus primeros años estuvieron llenos de avatares, éxitos y fracasos casi por igual.

Casi veinte años después, el Grupo Tercer Milenio es una de las empresas mejor valoradas en su sector. Antonio Páez tiene una visión de negocio innovadora y enormemente creativa y, lo que es aún más valioso, ha sabido siempre transmitirla a sus clientes y empujar para lograr hacerla realidad, en gran parte porque a sus enormes cualidades como emprendedor une un talento innato para las personas que siempre ha sabido utilizar para rodearse de los mejores profesionales. Por otro lado, Antonio Páez supone un aire renovador en el rótulo, porque a su condición de profesional conocedor como nadie de mundo del rótulo, une la audacia de los emprendedores, la creatividad del artista que lleva dentro y un excelente equipo a sus espaldas.

Durante mis cuatro años de trabajo profesional en GTM codo con codo con Antonio Páez pude comprobar que además de su enorme aportación personal, es capaz como pocos de motivar y dirigir un equipo de manera que el resultado final consiga la excelencia. Los asociados en ASERLUZ lo saben porque Antonio Páez poco a poco ha conseguido el reconocimiento del sector a fuerza de proyectos exitosos caracterizados por la innovación y la apertura de nuevas vías de producto y negocios, incluyendo el uso de las nuevas tecnologías.

Salvo en la media docena de grandes empresas, el sector de rótulo ha tenido siempre su punto flaco en la profesionalización de sus trabajadores. A pesar de existir excelentes profesionales, no ha habido una opción formativa, ni reglada, ni promovida por las propias empresas, debido principalmente a que su composición se caracteriza por la atomización y la dispersión en pequeñas pymes, de las que muchas son talleres de ámbito poco menos que local, de manera que el "oficio" de rotulista se aprendía a la manera gremial, (es decir, empiezas por barrer el taller y luego poco a poco, ya veremos) y el sector se ha surtido tradicionalmente de personas de “oficios” que se iban adaptando a las necesidades variopintas del rótulo y sus derivados.

Como profesional de la imagen corporativa, creo que los objetivos que deben guiar la evolución del sector son claros. Uno de los más importantes es conseguir vías de profesionalización para sus trabajadores, creando un currículo formativo para el que ya se han dado los primeros pasos, potenciando, desde la asociación, la creación de programas de formación e investigación para que los trabajadores del rótulo vayan aumentando su capacitación y obtengan un reconocimiento que ahora no tienen. Otro caballo de batalla será trabajar para lograr de las distintas administraciones la unificación y racionalización de las normativas reguladoras de rótulos y similares, ahora tan dispersas y dispares que crean enorme confusión y problemas a clientes y empresas y por último, luchar por la racionalización de los precios y los servicios que, primero, son muy dispares en función de las empresas y sus ratios de costes y estructura y, segundo, están constantemente presionados a la baja por las grandes empresas por pura economía de escala.

Además, hay que tener en cuenta que el sector de la imagen corporativa pasa desde hace dos años –con más de un año de anticipación al estallido general- por un periodo sumamente crítico, en el que muchas de las pequeñas empresas han desaparecido por la falta de negocio, las medianas tienen enormes problemas para sobrevivir y las grandes han visto mermadas sustancialmente sus cifras de negocio, una situación a la que GTM tampoco es ajena.

A mi juicio, las principales vías de evolución del sector pasan por la racionalización de los productos; el aprovechamiento de las sinergias; la diversificación de servicios y la fidelización de los clientes; el empleo de las nuevas tecnologías, tanto en la fabricación como en los soportes con base tecnológica; y sobre todo en la creación de una plataforma de I+D+I consorciada por ASERLUZ y las principales empresas del sector, que con el impulso de la Administración, sirva de base para la confección y puesta en marcha de los currículos formativos y de especialización profesional y aglutine de modo eficiente los esfuerzos de I+D+I que ahora las empresas sólo pueden hacer de modo puntual para conseguir desarrollar productos novedosos y sostenibles.

El trabajo es arduo y Antonio Páez, no me cabe duda, será la persona adecuada que desde ASERLUZ, dirija un sector que precisa de un líder para buscar y encontrar soluciones innovadoras que supongan la salida a la crisis y seguro que lo hará, como siempre, rodeado de un excelente equipo.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Gracias, Antonia.

Hola Antonia:
Me llena de esperanza que después de cinco años de añorar a tu hermana, de tener los ojos llenos de lágrimas a todas horas, hayas tenido la presencia de ánimo de escribir la carta que hoy publica El País.
Esperanza por tí, porque tú misma comprendes que, después de tocar fondo, estás remontando hacia tu propia vida, aunque nunca será completa sin tu hermana y eres capaz de decir, sin amargura ni verguenza, que sigues necesitando nuestra ayuda.
Esperanza por nosotros, los que no lo sufrimos en nuestras carnes, a los que no nos alcanzó la onda expansiva, pero a quienes nos golpearon las terribles imágenes, los gritos de los familiares, las lágrimas de la Reina, que eran las nuestras. Porque el reconocimiento de la comprensión y apoyo que los españoles de a pie hemos tenido con las víctimas ha hecho posible que hoy veas por fin esa esperanza brillar en tu horizonte.
Todavía queda mucho por hacer, no sólo porque el apoyo, el cariño y la comprensión siguen siendo necesarios, imprescindibles, también porque todavía quedan algunos, espero que cada vez menos, que no han comprendido cuán grande es su extravío y el inmenso daño que siguen provocando.

martes, 10 de marzo de 2009

Receta de bizcocho.


Me dice mi mujer que el horno no funciona bien. La verdad es que a pesar de tener pocos años, lleva ya tiempo dando la lata y obliga a estar pendiente porque si pones el temporizador, se apaga antes de tiempo y el bizcocho, por ejemplo, se queda a medias, cosa que me fastidia mucho. Por contra, el horno microondas, que se puede considerar ya anciano por los muchos años que tiene, funciona perfectamente, a pesar de su aspecto.- ¿Qué hacemos, -me dice-, compramos uno nuevo, o esperamos un poco?.

Pequeñas historias domésticas como esta, se estarán produciendo, seguramente, en muchos hogares españoles y de estas pequeñas decisiones está dependiendo en gran medida las consecuencias de la crisis actual. El presidente Zapatero animaba hace unos días a los españoles que "conservan su empleo y están en una situación estable", a seguir siendo el motor del consumo y en general a todos a que decisiones que afectan al gasto no se vean ensombrecidas por el temor general.

¿Cómo nos estamos comportando?. ¿Podemos entrever cuáles están siendo los mecanismos por las que las personas y las familias, estamos tomando una u otra alternativa?. Hay personas que no verán alterada su situación, e incluso podrán mejorarla; para otros será una cuestión de supervivencia pura y dura, pero a la gran mayoría nos está afectando en una u otra forma, casi siempre con el resultado de que tendemos a rebajar nuestras expectativas o tomar en cuenta opciones que antes no nos planteábamos, incluso aunque nuestra situación no sufra cambios sustanciales.

Desde una perspectiva puramente financiera, es evidente que aquellos que hayan perdido su empleo o visto rebajadas sus expectativas económicas reaccionan con una reducción en el consumo, pero hay muchas personas que están reduciendo sus expectativas de gasto, aparentemente, en mayor medida de lo que parecería ser razonable en un primer análisis, de ahí el llamamiento del Presidente por el mantenimiento del consumo.

Podemos analizarlo desde una perspectiva psicológica y tener en cuenta que el ser humano, como señala Eduardo Punset, citando a Taleb Nassim, tiende al optimismo de forma natural, pero ocurre que al hombre se le da mal hacer pronósticos, por lo que en situaciones de contingencia, tendemos a tomar medidas excesivamente cautas (o excesivamente arriesgadas) que, a su vez, interfieren en las propias situaciones que las generaron. Parece conveniente, pues, que nos sentemos a reflexionar con tranquilidad sobre nuestra situación y la de nuestro entorno social, económico y también anímico, situándola en su justa medida. De esta reflexión hay un detalle que me parece que se ha tenido muy poco en cuenta, y es que la crisis nos ha devuelto quizá de golpe a una cordura más cercana a la realidad que parecía estar perdida no se sabe dónde.

No hemos decidido todavía si compraremos o no un nuevo horno y ayer fuimos a la tienda a informarnos. De pronto, nos percatamos de que ambos estábamos mirando las etiquetas, no calibrando el precio, sino buscando qué aparato es más eficiente y además preguntamos si reciclarán el antiguo. Y es que el contexto que ahora vivimos nos está llevando a reconsiderar muchas de las decisiones que hace poco tiempo hubiéramos tomado sin vacilar, como comprar un horno nuevo pensando en si tiene "buen precio" antes de si es más eficiente y a la larga supondrá un ahorro.

Parece que todos coincidiamos en que el derroche era general, pero seguíamos haciéndolo. Ahora, además de los ajustes impuestos por la crisis, todo apunta a que reflexionamos además de por el dinero a desembolsar en el instante de la compra, por el coste que nos va a suponer en el futuro, incluidos los costes "invisibles", como el impacto medioambiental y así, por ejemplo, queremos coches que consuman menos y emitan menos CO2, y no sólo por el ahorro en impuestos; leemos con interés las noticias sobre coches eléctricos que, de pronto, nos parecen una opción interesante; buscamos artículos con menos envoltorio o compramos la fruta y la verdura en los mercados de la calle, algo que en mi casa siempre hemos hecho, y volvemos a llevar la bolsa de tela o el carrito de la compra.

Puede que uno de los resutados positivos de esta crisis sea que consigamos hacernos al fin "consumidores responsables". No cabe duda que, al igual que la Educación Vial que nuestros hijos reciben en las escuelas desde hace años ha ido calando poco a poco y se ha sumado a otros factores para reducir las cifras de muertos en la carretera, la situación actual se ha convertido en un inesperado aliado de (me resisto a utilizar el término "ecologistas") tantas voces que claman hace años por un consumo sostenible y el downshifting. Es decir, por volver a hacer el bizcocho en casa.

PD: Esta receta del bizcocho 1-2-3-4 no falla, es un clásico, sólo hay que tener cuidado con el horno.

viernes, 6 de marzo de 2009

Extraños en casa.

Para muchas personas extranjeras que llevan tiempo viviendo en España se está convirtiendo en un auténtico reto continuar aquí y algunas, no pocas, se están planteando, o ya lo han hecho, volver a su país de origen y, sin duda, ello tendrá consecuencias muy diversas. Personas y familias que llevan, quizá, años viviendo en España (y a pesar de la endogamia a la que siempre se tiende cuando se está en un país extraño para aliviar el choque cultural e idiomático), con mayor o menor arraigo, verán de pronto rotos sus vínculos con el entorno social en dónde han vivido y tendrán que adaptarse a uno nuevo.

Aunque se haya mantenido el contacto, el país que abandonaron hace años ya no existe, habrá cambiado y no pocos de los casos el cambio habrá sido sustancial. Sobre todo los jóvenes, tendrán que volver a crear relaciones, adaptarse a otros esquemas culturales, al idioma, a otras sociedades quizás menos permisivas, con otros códigos morales, otras opciones de entretenimiento y diversión. Tengo conocidos que proceden de regiones rurales de Bulgaria, del atlas marroquí, de zonas industriales de Polonia, o de Chicago y cuando lo comentamos, todos ellos tienen parecidos temores, matizados en mayor o menor medida por las diferencias entre los países. Las circunstancias en las que muchos van a regresar a sus países, en paro, sin apenas ahorros, añaden, desde luego, angustia en grandes dosis, no importa su grado de cualificación profesional.

¿Qué pensaban los españoles que volvían de Suiza, de Francia, de Alemania?. Puedo imaginarme lo que pensaba mi tío cuando volvía de Hamburgo a mediados de los 70 con unos pocos marcos en el bolsillo. Tengo muy presente el recuerdo de mi abuela deshaciendo la maleta y enseñándome entre sorprendida y escandalizada los pantalones "de campana" que traía mi tío en el equipaje, mientras saboreaba un poco de ese chocolate belga, tan bueno, que sabía a pecado. Recuerdo su añoranza cuando estaba fuera, pero también recuerdo su mirada extraña al pasear por Segovia, nada más volver.

Sin entrar en honduras sociológicas, el retorno de la inmigración española supuso un soplo de aire nuevo en todos los sentidos: divisas que reforzaron la economía; personas con visiones y experiencias más amplias y acostumbradas a otros modos y costumbres. Para quienes nos dejen ahora, no importa cuál sea el país que se trate, el choque cultural estará presente en mayor o menor medida. El alto ejecutivo de la multinacional, el obrero sin cualificar, el profesional de oficios, la empleada de hogar, todos se encontrarán con una sociedad que es al tiempo la suya y una extraña.

Estarán acostumbrados a un nivel de protección social que ahora no existe en su país o se chocarán con no poder salir de noche a dar un paseo de cañas con los amigos. Volverán a hacer las comidas que añoraban y a las que habrán incorporado ya sin remedio la tortilla de patatas o cualquier otra receta española, o de otro país. No importa dónde sea, intuyo que su vuelta tendrá, a medio plazo, efectos apreciables sobre el conjunto social al que se reintegran.

Las expectativas y exigencias tenderán a igualarse y lo harán sobre el nivel más alto. Quién, por ejemplo, tuvo mejor protección social en España, pedirá tenerla en su país; quien disfrutó de tranquilidad y seguridad, querrá poder disponer de ella también en su ciudad natal y, espero, que todo ello genere una leve corriente que lleve las personas de todo el mundo a mezclarse suavemente.

Un aliento más para la Aldea Global.

jueves, 5 de marzo de 2009

El Real Judión del Real Sitio.

Un par de buenas noticias de La Granja, mejor dicho, del Real Sitio, que así han decidido que se van a llamar en adelante. Me parece muy acertado el cambio de nombre, que hace justicia al espíritu granjeño de ir hacia arriba, como Luis Alonso, cuando entrena corriendo por las cuestas de Navacerrada. La otra es que se van a arreglar las huertas en dónde se cultiva su majestad el Judión de la Granja, que tiene hasta su página en Wikipedia, (la verdad es que quien no tiene ya su página en Wikipedia es porque, todavía no se ha puesto a ello).

Los judiones saldrán seguramente beneficiados de las mejoras urbanísticas y de riego, y la zona ganará en accesibilidad y prestancia, aunque a mi me resulta muy atrayente la zona tal y cómo está ahora, con un punto entre salvaje y rural. Cada vez que paseo por los caminitos ahogados por las zarzas y la hiedra y con las matas de judías estirándo los zarzillos como si quisieran atraparte, la sensación es de estar en el polo opuesto del Real Sitio.

Allá dónde no van los reyes ni los príncipes, dónde campa a sus anchas el pueblo llano, el campesino que redondeaba su sustento quitándole a Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V, "el animoso" las habas con las que daba a comer a sus faisanes reales y aprovechándolas primero quizá como forraje y luego para el puchero propio. Supongo que el judión, -que al parecer originariamente era de color negro-, pasó por un proceso de vulgarización y con la aclimatación, entró en las casas del pueblo, era fácil de cultivar y almacenar y, siendo legumbre, alimenticia y agradecida a poco que se le añada al guiso.

Me parecer estar viendo a algún segundon de la corte comentar al rey el estupendo guiso que ha comido en casa, hecho por una cocinera del pueblo con las judías que cultivan en los huertos campesinos y los ojos del rey al exclamar sorprendido: ¿con las habas de los faisanes?. Supongo que al segundon le faltó tiempo para llevar un puchero a la mesa del rey y que éste se relamió, como hacen los turistas en la mesa de Duque los domingos después de pasear por los Jardines del Palacio para reponer las fuerzas perdidas al subir al Mar.

Si el judión pasó así a ser alimento real, las huertas han conservado su espíritu popular gracias al obstinado celo de los hortelanos que las cultivan y las riegan con las aguas que sobran del palacio y jardines. Ahora las adecentan, para que el Rey pueda, al fin, pasear entre ellas y ver, orgulloso, cómo medran las habas que antaño, daba de comer a sus faisanes.