jueves, 26 de noviembre de 2009

Competir sin dopaje.


Por mi relación con la actividad física y como deportista -de bajo nivel, que dice un amigo- siempre he estado en contra del dopaje y las ayudas ilegales y me entristecen noticias como la Operación Grial que muestran que todavía hay quien las promueve y el hecho de que para un deportista que quiera trascender sus logros y la mezcla de pulsión personal e intereses deportivos o económicos, pueda ser tan fuerte que le lleve a utilizarlas, siguiendo consejos envenenados y, obviamente, sumar al riesgo de daño personal el de ser cazado, antes que asumir sus límites.

Muchas empresas han hecho algo similar y han incrementado sus músculos, su negocio o sus márgenes artificialmente aprovechando oportunidades basadas en lo que podríamos calificar como "anabolizantes" económicos. La crisis, en este caso, ha actuado como un filtro "antidopaje", que está cazando de manera inmisericorde a quienes se aprovecharon y dependían de ellos. Hemos aprendido duramente el riesgo que conlleva crecer únicamente en base a movilizar recursos, sin mejorar las bases sobre las que se asienta nuestro negocio, de la misma manera que el atleta que confía en el dopaje antes que en el entrenamiento duro y diario.

Hay que seguir insistiendo en que es absolutamente necesario mejorar la productividad e introducir la innovación como las principales vías para lograr incrementar la competitividad empresarial. Y cuando expongo estos argumentos en las empresas que visito, mayoritariamente Pymes, surgen inevitablemente dos preguntas: ¿Porqué? y ¿Cómo?.

El impacto de la crisis es múltiple. Por un lado, la caída de negocio impulsa políticas de recorte de costes, lo cual es acertado, aunque suele causar que también se reduzca el presupuesto disponible para innovar. Pero al tiempo, y esta es la parte que no suele hacerse, debe abrirse una fase de estudio en la que averiguar dónde, porqué y cómo se está resintiendo nuestro modelo de negocio. Y sólo cuando hayamos hecho ese análisis podremos empezar a reestructurar e incluso reinventar nuestra empresa para que, incrementando su competitividad, siga adelante. Y aquí entra en juego el mecanismo que lo hace posible: la innovación.

Una innovación es cualquier cambio que produce valor. Art Fry, creador de las famosas notas Post-It, afirmaba que "una idea nunca será una innovación hasta que no esté ampliamente adoptada e incorporada a la vida diaria". La capacidad de innovar es un recurso más de la empresa y debemos gestionarla de manera eficiente y tan rigurosamente como los recursos financieros.

A menudo las empresas de un cierto tamaño recurren a incorporar innovaciones generadas por otros, pequeñas empresas, emprendedores o start-up, de hecho parece haber una corriente mediante la cual las innovaciones realmente radicales se producen en las pequeñas empresas para después migrar hacia las grandes. Esta innovación subcontratada engorda artificialmente el músculo empresarial, de la misma manera que el dopaje incrementa el rendimiento de un atleta, es decir, sin aportar valor añadido porque el "estado general" apenas obtiene mejoras duraderas.

La productividad por si misma no es generadora de empleo a corto plazo, pero el que crea es más sostenible y, sobre todo, más duradero. Decantarse por la I+D+I, implica apostar fuerte por nuestro capital humano, su formación y proyección y por la creación de una cultura empresarial innovadora como resultado de todo ello, sin olvidar que esta apuesta tiene que ser recíproca y también exige a los trabajadores asumir retos en su crecimiento personal y profesional.

Mantener una cultura innovadora dentro de nuestra empresa potencia la competitividad y ello es debido a que:
1 - Innovar es más que crear nuevos productos.
También se aplica a nuevos servicios; a cómo los vendemos y distribuimos; a cómo los presentamos a nuestros clientes o a la manera en que orientamos los ya existentes para satisfacer otras necesidades.

 2 - Innovar es más que desarrollo tecnológico.
Podemos adoptar soluciones innovadoras en estructuras organizativas, logísticas, políticas de comercialización; estrategias de producto o políticas de márketing.

 3 - Innovar es más que ideas revolucionarias.
Desde la perspectiva empresarial, tan deseables son las grandes ideas, como pequeñas innovaciones "incrementales" a lo largo de toda la cadena de procesos. De hecho la mayor parte de las empresas no buscan innovaciones espectaculares, sino soluciones rápidas a una parte específica de un conjunto mayor.

El objetivo primordial de la innovación es explotar las oportunidades que ofrecen los cambios, por tanto, hacer de la innovación una estrategia que guíe nuestro modelo de negocio posibilitará que (sin despreciar otras posibilidades) podamos implementar una cultura empresarial con un sistema de trabajo basado en enlaces en cadena, en dónde el proceso innovador es un conjunto de actividades que están interrelacionadas y ofrecen alternativas en cada parte del proceso empresarial para hacer las cosas de manera distinta a como estamos acostumbrados a hacerlas. Quizá incorporando aspectos nuevos o cambiando más o menos los existentes para conseguir hacerlos de modo más competitivo, eficiente y productivo en un entorno cada vez más árido, sin olvidarnos considerar las áreas próximas a nuestro principal negocio como territorio abonado para avances innovadores.

Del mismo modo que para un deportista, el esfuerzo y el entrenamiento diario conforman la base para mejorar sus marcas, el trabajo en equipo y la innovación son actividades imprescindibles para mantener en forma nuestra estrategia empresarial.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El pan bajo el brazo.


Me llena de alegría que Néstor Fernández con su empresa de aventura y eventos Trackter, haya sido el Premio al Joven Empresario 2009 que acaba de fallar la Asociación de Jovenes Empresarios de Castilla y León. No sólo se lo merece (con todo el respecto al resto de los candidatos y en especial al excelente proyecto empresarial de David García, de Proyecse, otro segoviano y muy meritorio finalista), además Néstor es un ejemplo de empresario innovador y corajudo que siempre ha sabido luchar por estar delante de los demás.

Hasta aquí, nada que no se haya dicho ya en las reseñas del premio, pero me gustaría añadir un apunte personal. Creo, y así lo he plasmado en otras entradas, que para ser emprendedor hay que tener "algo más", pero no es menos cierto que llegado un cierto punto, la clave para seguir creciendo y consolidar verdaderamente una empresa es saber dar el paso de la seriedad y la rigurosidad en la gestión empresarial, sin perder el espíritu y el empuje innovador, dos elementos que son todavía más vitales si cabe en tiempos de crísis.

Comentando el premio, me decía ayer Angel Luis Llorente, de Globales Informática, -quien fue el premiado en 2007- y presidente de la AJE segoviana, que siempre ha tenido la impresión de que en comparación, él era algo así como un buen gestor, mientras que Néstor era un empresario "de verdad". Conozco a Néstor desde antes que empezara su andadura empresarial y se ha distinguido siempre por tener las cualidades que conforman a un lider.
Tuvimos la ocasión de colaborar dentro del ambito del socorrismo, cuando las piscinas que gestionaba junto con Alberto Escribano fueron las mejor valoradas por la Escuela Segoviana de Socorrismo, y de tratarle después como proveedor y cliente desde otras empresas y siempre ha sabido lograr lo que quería, con energía pero con respeto, y tenido muy claro que un proveedor y un cliente son compañeros que andan juntos el camino durante un tiempo y que esa compañía mutua hace más fácil la andadura a las dos partes, si dejas aportar al otro su parte de valor añadido que enriquece tus propuestas.

Muy pronto tendrá entre manos otro reto y aventura que a buen seguro le tendrá, junto con Diana, bastante ocupado los próximos años. Sólo que esta vez, el pan ha llegado con algo de adelanto.
!Enhorabuena!.


Cómo cambiar pañales en Practicopedia

martes, 17 de noviembre de 2009

Estadísticas para pensar, o pensar en las estadísticas.


Llevo unos días reflexionando sobre las últimas estadísticas del Observatorio Socieconómico de Segovia porque los datos que periódicamente recopila el equipo que dirige Juan Antonio Folgado son de un inestimable valor y punto de partida imprescindible de cualquier análisis que se quiera realizar sobre la evolución de la economía y la sociedad segovianas; el trabajo del Observatorio y la calidad de sus datos han de tomarse con más cuidado y profundizar en su interpretación, que es al fin y al cabo lo que aporta valor.
Además de la repercusión de la encuesta sobre las necesidades formativas que ha dado lugar a tan llamativos titulares o de las estadísticas turísticas que indican que el negocio turístico se va manteniendo, hay algo que me impulsa a replantearme cómo estamos interpretando esos datos y que deberíamos pararnos a pensar con calma, -piénsalo dos veces, que decía mi maestro Don Jesús-, sobre qué indican realmente.
Que casi la mitad de los empresarios considere innecesarios los cursos de formación; que los empleados digan que no se ajustan a sus necesidades y horarios o, que a pesar del descenso de las visitas, el sector turístico crezca, pueden parecer datos inconexos, pero no es así, (del mismo modo que el número de visitas del Alcázar no es, a mi juicio, un indicador tan fiable como se suele tomar, quizá aporte el índice de nuevos visitantes, pero me pregunto: ¿cuantos provienen de grupos? o ¿cuántos repiten visita?). Cada una de estas estadísticas merece por sí misma un análisis exhaustivo que, una vez realizado, debe cotejarse y realimentarse con el del resto porque sólo en conjunto tendremos un panorama más o menos aproximado de la realidad de nuestra provincia y de cómo abordar el planteamiento de soluciones efectivas.
A primera vista parece que la risa va por barrios, es decir, mientras el panel de expertos dice que la situación se alivia un poco, el turismo parecer crear negocio y mientras los empresarios y los trabajadores parecen no tener mucho interés en la formación, todos los expertos abogan por incrementar la capacitación y la competitvidad empresarial a través de la formación y el talento. Si la empresa tiene interés, los centros de formación estarán, supongo, más que encantados de ajustar sus ofertas a las demandas del mercado.
¿No será que los datos nos indican que en Segovia faltan empresas y trabajadores con inquietudes por ser más competitivos?. ¿Que la situación de las empresas hace que no estén gestionando adecuadamente sus estrategias de posicionamiento para hacer frente a la crisis?.  ¿Que quienes gestionan la formación no son capaces de sintonizar con las necesidades reales de empresas y trabajadores en cuanto a los contenidos formativos y las estrategias (en oferta, horarios y modalidades) que permitan que sea efectiva?. ¿No estará ese odioso "conformismo segoviano" en la raíz de muchos de los problemas y en nuestra aparente falta de cuajo para casi todo?.
Ahora que tanto se habla de la web 2.0 y de la importancia de la participación de los usuarios, sería enriquecedor y seguramente aportaría perspectivas muy valiosas que hubiera un foro dónde se pudieran recoger opiniones al respecto de los trabajos del Observatorio. Sinceramente, me parece que intentamos aplicar recetas desfasadas para solucionar problemas que quizá no conozcamos tan a fondo como creemos, y que la única manera de hacerlos frente es mediante la el análisis, la creatividad y el aprovechamiento inteligente de la experiencia y el conocimiento mediante la innovación.

Franc Ponti plantea siete estrategias para innovar que pueden servirnos de guía y que resumidas son:
1 - Tener tiempo para pensar, y pensar rápido, lento y abundantemente.
2 - Pensar de manera diferente y ser alternativo con las ideas.
3 - Incorporar el talento humano para innovar y dialogar con los demás.
4 - Cambiar de perspectiva y aprender a pensar creativamente en equipo.
5 - Sentir y transmitir emociones para que las personas sientan experiencias diferentes a las habituales.
6 - Motivar a las personas, sentir pasión por el trabajo y disfrutar aprendiendo.
7 - Sumar energía, multiplicar esfuerzos y compartir conocimiento, trabajando en equipo por ideas innovadoras.

Si puedo aportar algo de experiencia a través de mis visitas a empresas, apunto que más veces de lo que desearía, tengo la impresión de que más que dinero, necesitamos tiempo. Tiempo para poder pensar cómo hacer ese dinero imprescindible; aprovechar al máximo los esfuerzos y plantear estrategias que nos permitan rentabilizar nuestras maltrechas economías incluyendo la formación y promoción del talento dentro de las empresas.


lunes, 2 de noviembre de 2009

Renovar las herramientas.




Esta semana COTEC ha celebrado el V Encuentro Empresarial de países del sur de Europa sobre la innovación como vía para mejorar su competitividad ante la crisis y los datos que se han aportado son, cuando menos, reveladores de cuál es la situación de la innovación en España y porqué nuestra competitividad es de las más bajas de Europa. La Fundación COTEC promueve principalmente sensibilidad social por la tecnología y la innovación tecnológica, pero las conclusiones son perfectamente aplicables a un concepto de innovación en un sentido mucho más amplio -tal como estimo que debe entenderse-: promover iniciativas novedosas dentro de la empresa que contribuyan a mejorar su competitividad y la rentabilidad de sus recursos económicos y humanos.

Dos datos, referidos cada uno a estos dos aspectos, llaman poderosamente la atención.
- La productividad española de la hora trabajada sobre el PIB es del 74% respecto a la de los Estados Unidos, frente al 97% de Francia, 96% de Alemania y 89% del Reino Unido.
- En España las pymes aglutinan el 82,2% del empleo total, pero sólo el 8% utilizan las bonificaciones estatales para la formación de los trabajadores.

La innovación, la competitividad, la formación y el talento son factores interrelacionados, de tal manera que difícilmente se puede dar uno sin el concurso de los demás. Las pymes españolas a menudo aprovechan una economía en la que es fácil centrarse en sectores o nichos de mercado de escaso valor añadido, de manera que se conforman con explotar la oportunidad de negocio o desarrollo económico, y no se plantean hacerlo desde una cultura de innovación y competitividad. Tendemos a ser bastante conservadores y a utilizar las mismas técnicas que el de al lado, mientras consigamos un mordisco del pastel y ello sirva para mantener nuestro negocio.

Las pymes tienen ventajas e inconvenientes. Pueden ser muy ágiles y adaptarse con facilidad a los embates y tendencias cambiantes del mercado, pero tambien pueden ser barridas del mapa de un plumazo si de pronto desaparece el hueco o la oportunidad de negocio en que se basaban, como estamos viendo, por desgracia con frecuencia, en los últimos tiempos. La consolidación de una pyme en un mercado variable es una cuestión más peliaguda de lo que parece, puesto que requiere tanto de visión empresarial, como de recursos de gestión económica y humana, adaptación al mercado y la demanda, respaldo basado en personal con talento e iniciativa, competente y concienciado en el desarrollo del negocio, la reducción de gastos y la orientación a resultados.

Abraham Maslow afirmaba: “cuando la única herramienta que se posee es un martillo, cada problema empieza a parecerse a un clavo”. Mientras existan clavos en abundancia, habrá tanto personas que se sentirán tentadas, como empresas que impulsarán a una parte de sus empleados a lanzarse a la aventura emprendedora, aquellos como opción de futuro, éstas como una manera sencilla de reducir costes. Cuando la situación cambia, hemos de ser capaces de buscar nuevas utilidades a la herramienta disponible y de atisbar la dirección de los cambios, localizando otras nuevas que nos permitan seguir en la brecha captando nuevas oportunidades de negocio.

Esta es una cuestión que, en mi trabajo de asesoramiento empresarial, encuentro de modo recurrente: ¿A qué tenemos que estar atentos?, algo que podríamos traducir como: ¿Qué es lo primero, el cambio del entorno o la oportunidad?. Casi siempre devuelvo esta pregunta a mi interlocutor, porque la respuesta es única para cada empresa, puesto que sólo puede encontrarse dentro de su propia estructura. ¿Qué puedes detectar primero y cómo y quién lo hace?, suelo responder.

La mejor vía para comprender qué está cambiando y cómo nos puede afectar está dentro de la propia empresa. Y el primer paso es cambiar la forma de pensar de los responsables que deben mirar a las personas a las que lideran como sus mejores herramientas y soporte, puesto que son quienes poseen el conocimiento, el talento y la capacidad para responder a los interrogantes. Deben buscar y potenciar la creatividad y el talento, que nos llevarán a identificar los cambios y las oportunidades con las que desarrollar proyectos de innovación, teniendo siempre presente que la innovación y la competitividad es algo que se transmite de arriba hacia abajo. Una empresa dónde esta filosofía no se impulse y potencie desde los niveles superiores de responsabilidad, dificilmente tendrá una organización compuesta por personas comprometidas y motivadas. ¿Qué será mejor, muchos martillos o un caja de herramientas bien surtida?.

Como muy acertadamente postuló Alvin Toffler, en un sistema económico basado en el conocimiento, antes que en el trabajo, las habilidades se vuelven obsoletas con gran rapidez, lo que significa que todos tenemos que aprender continuamente nuevas habilidades para realizar tareas que cambian sin cesar; un perfecto reflejo de lo que ha ocurrido en los últimos treinta años. También sabemos que la resistencia al cambio es algo que está en la personalidad humana y que nuestra educación y cultura social se encarga a menudo de potenciarlo.

Las pymes son el terreno perfecto para llevar a cabo una renovación en profundidad; las estructuras internas son más flexibles; el impulso del lider empresarial es directo y contundente; las personas trabajan codo con codo y el compromiso por el empleo y la competitividad pasa de ser una cuestión que compete sólo al jefe, a un compromiso global de todos sus integrantes. Hace unos días, un empresario me comentó que cuando su asesor financiero le dijo: "reduzca personal", él le preguntó como se sentiría si de pronto perdiese un buen compañero de trabajo y cómo se las apañaría si además olvidase una parte de que lo que sabe. Planteó la situación a la plantilla y entre todos surgieron y se pusieron en marcha varias iniciativas que estaban permitiendo afrontar la situacíón sin despidos.

Adoptar en la cultura de nuestra empresa sistemas de reconocimiento personal a la capacidad de aceptación del cambio, a la implicación en la innovación y a la contribución de las personas con sus aportaciones creativas, si se hace de una manera sincera y efectiva, además de reducir la resistencia y los efectos negativos de los cambios, potenciará un clima de colaboración, suavizará las barreras internas y provocará efectos positivos mensurables de forma inmediata. Promover una cultura de crecimiento personal dentro de la empresa en la que se fomente el apoyo a la formación, la experimentación, las nuevas ideas, el aprendizaje de los errores, la búsqueda de la excelencia y el interés por la superación personal y colectiva, hará que la propia cultura empresarial también se vea impulsada por estos valores.