lunes, 2 de febrero de 2009

Coger el tren.

Me telefonea un buen amigo madrileño, enamorado de Segovia y su provincia, que ha estado en FITUR y viene entusiasmado con las novedades que ha visto en el estand de Segovia. Le han llamado la atención las propuestas que incorporan nuevas tecnologías, la creación de la Segovia Card. “Parece que por fin Segovia se está moviendo, hay una lista bien larga de rutas y propuestas”, y me comenta como ejemplo las de la “Campiña Segoviana”, “dónde no me has llevado nunca”, me dice con retintín.

Le estaba escuchando con paciencia, pero ahí me tocó la fibra sensible. Para el que no lo sepa, nací y viví mis primeros 12 años en Santa María la Real de Nieva y aunque allí no tengo raíces familiares, es uno de los primeros sitios a los que llevo a mis amigos después de mostrarles la capital o La Granja. Todos se maravillan de la belleza del claustro, los grabados de Domingo García, el botón de Balisa, o las abandonadas tejeras de Melque de Cercos, por citar sólo algunas y, por supuesto, también me llaman para ir a por níscalos a los pinares de Nieva. Eso me dió que reflexionar, porque siempre sigo con interés las iniciativas turísticas que se plantean en Segovia que se han multiplicado estos días con Fitur y, efectivamente, pienso como mi amigo que Segovia empieza a encontrar el camino en lo que a promoción turística se refiere.

Supongo que la mayoría de las personas que en Segovia tienen cometidos de alguna responsabilidad (política, administrativa, empresarial, cultural, turística o de otra índole) tendrán sobre la mesa el extraordinario estudio sobre los efectos de la llegada del TAV a Segovia que Caja Segovia ha tenido el enorme acierto de promover. Bien haremos todos en leer muy cuidadosamente tanto el grueso del trabajo dirigido por Carmen Bellet, como el volumen “Retos y Oportunidades” tan juiciosamente redactado por Juan Antonio Folgado, (cuya situación al frente del Observatorio Socioeconómico de Segovia hace que sea una de las voces plecaras del panorama segoviano), porque además de su tema principal, realiza una disección en profundidad de nuestra sociedad que, en mi caso y espero que a otros muchos, ha servido para cuestionarme algunas ideas largamente asentadas, mirar nuestro entorno con otros ojos, y replantearnos cuáles deben ser las pautas y los objetivos a lograr para el futuro de Segovia, de su promoción turística y el de muchos otros sectores, puesto que el estudio tiene un extraordinario calado.

Parece que, por primera vez, detrás de las acciones de promoción hay una reflexión seria y a mi juicio muy acertada sobre cómo debe ser la promoción turística de Segovia. La nueva cenral de reservas por ejemplo, es una iniciativa ciertamente loable que aprovecha las nuevas tendencias de la web 2.0 para ofrecer un servicio aquí novedoso, pero con excelentes resultados en otros lugares. Personalmente me preocupa que todo este empuje se pierda porque una gran parte se sustenta en apoyos coyunturales que, en mi opinión, hay que trabajar para que sean mucho más sólidos.

Mi amigo viene a Segovia con frecuencia, pero hace mucho tiempo que no lo hace para comer cochinillo, que le encanta, sino a pasear por sus múltiples paisajes, a conocer pueblos, lugares y gentes, a descubrir los muchos tesoros que todavía guarda y a disfrutar de las ofertas culturales (y, sí, también las gastronómicas). Hay tantas oportunidades y de tanto interés que bien parece que cada pueblo tiene algo que ofrecer y que cada día se descubre algo nuevo.

Hace falta que todo este movimiento, sanamente renovador, que pretende aprovechar los nuevos nichos del mercado turístico, trascienda el mero arranque de las iniciativas loablemente apoyadas desde la administración o los fondos que promocionan el desarrollo de zonas rurales y suponga un verdadero revulsivo socio-económico que provoque cambios profundos en nuestra tierra. Bien es cierto que sin el empuje inicial de los fondos públicos difícilmente se pueden acometer determinadas acciones de promoción estructurales, pero cuando se inician tienen que tener un empuje suficiente para que la iniciativa privada pueda subirse al tren y ponerlas definitivamente en marcha. Los fondos públicos y las dotaciones a los programas que emprenden los municipios y agrupaciones de desarrollo local tienen que funcionar a modo de una locomotora con la suficiente capacidad de arrastre para que, poco a poco, las iniciativas privadas vayan enganchándose y aprovechen la vía ya tendida.

Pero hemos de tener en cuenta que la combinación de fondos de arranque y la iniciativa privada tampoco son garantía de éxito por sí solas. Las buenas intenciones y las simples ideas ya no son suficientes y detrás de las campañas tiene que haber un estudio de las necesidades y de las posibles oportunidades que ofrecen; el análisis de otras iniciativas similares; una profunda reflexión sobre nuestro entorno y por último, creatividad e innovación para conjuntar todo ello en forma de planes estratégicos y de marketing que se materialicen en ofertas realistas, adecuadas a las necesidades y con valor añadido en sí mismas, es decir que sean capaces de generar demanda de los servicios que se prestan y sustentar la infraestructura necesaria para ellos, creando riqueza en Segovia.

Es evidente que este tipo de estudios son complejos y que muchos de los promotores no podrán afrontar  realizarlos por si solos, (por ello el patrocinado por Caja Segovia es doblemente valiosos y es obligado que se sigan haciendo), pero sí que podemos aprovechar las sinergias existentes y muy especialmente echar mano de los conocimientos, experiencias y recursos de los propios segovianos, empresarios, emprendedores, agrupaciones sectoriales y de los muchos profesionales segovianos que conocen de primera mano nuestro tejido social y económico y pueden coordinar y aportar a las iniciativas el valor añadido que permita su éxito.

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Luis Miguel Pascual.