sábado, 25 de julio de 2009

Operación Bikini

Me llama la atención esta noticia acerca del sobrepeso de los diputados españoles, y es que hace algunas semanas, en el reconocimiento médico anual, el doctor me advirtió que tenía lo que técnicamente denominó como "ligero sobrepeso", lo cual supongo que fue una manera elegante de decir que me sobraban unos cuantos kilos.
- Veo que no te ha afectado la crisis, añadió con una sonrisa, señalando la evidencia del problema. Aunque ahora que la situación parece mejorar, a ti te tocará reducir la demanda y hacer economías. Acabas de apuntarte a la Operación Bikini, terminó con tono divertido.

Para llegar a situarme en el peso adecuado me recomendó no seguir una dieta sino utilizar varias estrategias, dependiendo de lo que quiero conseguir o necesite en cada situación: comer menos cantidad, elegir los alimentos de modo nutricionalmente inteligente o aumentar la actividad física, de modo que estoy consiguiendo perder peso lenta pero gradualmente y mi IMC ha bajado ya más de un punto.

Las empresas han intentado poner en práctica estrategias similares para afrontar los inevitables ajustes a que nos estamos viendo sometidos. Muy a su pesar, se han visto abocadas a una caída de ingresos, bien en general, bien en determinados aspectos de su actividad que en demasiados casos han desembocado en una dieta estricta. Y en un caso u otro, casi siempre desequilibradas "nutricionalmente" desde el punto de vista de negocio, como las señoras que se quejan porque queriendo reducir caderas, sin embargo la dieta les hace perder busto.

Aunque la gordura sigue teniendo un cierto tinte de opulencia y bienestar, lo cierto es que, en el ámbito empresarial, tan peligroso es el sobrepeso como la delgadez extrema. Aquí falleces por falta de ingresos y allí por empacho de éxito. La situación, en general, ha servido para librarnos del sobrepeso que arrastrábamos, ciertamente poco molesto a veces, pero insano a medio plazo y para que tomemos conciencia de la necesidad de situarnos en niveles de negocio "saludables", pero corremos el peligro de caer hacia el otro extremo por la debilidad de las alternativas que existen y que la delgadez empresarial llegue a ser peligrosa por dos razones: primero por que perjudica seriamente la salud financiera y segundo, porque la supervivencia de la empresa en una situación de carencia general no sólo depende de los ingresos.

En el género humano, está demostrado que, en situaciones extremas la base genética es muy importante, así, aquellos con una base más favorable a la eficiencia soportarán mejor las épocas de escasez de alimentos, mientras que quienes tienen menos tendencia a acumular grasas tendrán menos sobrepeso en la abundancia. Si hacemos una trasposición al ámbito empresarial, diríamos que quienes ya son eficaces y están acostumbradas a moverse con los recursos justos, pueden administrar y gestionar mejor las crisis porque seguramente soportarán un fuerte adelgazamiento sin ponerse en peligro de supervivencia y recuperarán peso con rapidez a poco que los recursos vayan aumentando.

Por el contrario, quienes precisan grandes recursos, poseen estructuras “obesas” y ven reducidas sus entradas puede que en un primer momento tengan mayor margen para el adelgazamiento, pero pasado este momento tendrán serias dificultades para conseguir suficientes recursos para mantenerse, precisarán de ajustes más drásticos que no siempre darán los resultados esperados y también tendrán mas problemas para ganar peso.

Ahora bien, así como no podemos modificar nuestra genética personal, sí podemos hacerlo con la empresarial. Mejorando nuestra estructura de gestión, desempeño y comercialización podemos conseguir una empresa más eficiente, capaz de afrontar mejor y anticiparse a los cambios y fluctuaciones del mercado, de modo que continuamente podamos adaptarnos a los nuevos alimentos que surjan y que además seamos capaces de crear otros, a través de ideas innovadoras.

Una combinación de excelencia e innovación puede que sea la mejor dieta empresarial para lucir tipo en el mercado.


Cómo prepararse para el verano con la operación bikini en Practicopedia

lunes, 13 de julio de 2009

En la Luna.

Veo que TVE emitirá la próxima semana un programa especial sobre la llegada del hombre a la luna y, no he podido resistirme a contar un pequeño, pero importante, episodio de mi vida. El 21 de Julio de 1969 yo tenía casi 9 años. Ese día era el cumpleaños de mi hermano, pero cuando aquel lunes mi padre me despertó suavemente por la mañana, salté corriendo de la cama hacia el salón:
- Hijo, va a empezar en la tele lo de la luna. ¿No querías verlo?.

Me senté delante del aparato en la silla baja que mi madre usaba para coser al lado del balcón y estoy seguro que no pestañeé ni una vez hasta que acabó el programa. Al rato, mi madre me hizo sentar en la mesa, junto a mi padre y nos llevó dos tazones de calostros con azúcar por encima, que me comí despacio, con la cuchara sopera parada muchas veces camino de la boca abierta mientras guiñaba los ojos para intentar adivinar los detalles en aquellas imágenes borrosas. Por esa extraña coincidencia, las inconfundibles voces de Cirilo Rodríguez y Jesús Hermida narrando aquellos momentos están asociadas para siempre a ese dulce sabor a calostros, tan especial, que hace años que no se encuentran.

Sobre la misión del Apollo 11 y la carrera espacial, se ha escrito, contado y novelado. Se ha polemizado sobre su coste, sus consecuencias y los beneficios que ha aportado al bienestar de la humanidad y tengo la impresión que todo lo relacionado con el espacio tiene todavía un sabor agridulce. Cuarenta años después, miro hacia atrás y, aunque quizá con menos intensidad, sigo siendo el niño curioso y asombrado que absorbía todo lo que encontraba sobre los cohetes, las misiones, se sabía de carrerilla los nombres de las tripulaciones y devoraba con avidez aquel magnífico libro "Proyecto Apollo", de Werner Budeler, del Circulo de Lectores, que aún conservo.

Personalmente me he divertido mucho con las teorías que dicen que el alunizaje fue una falsificación y el falso -pero muy entretenido- documental Operación Luna, que "demostraba", con entrevistas a personajes reales que todo era un montaje cinematográfico dirigido por Stanley Kubrick. Como curiosa contrapartida, los incrédulos han logrado que las explicaciones a sus "incómodas" preguntas contribuyan a la difusión y popularización de conocimientos y detalles científicos para el gran público.

Durante años he creído que era un "falso recuerdo" y que mi imaginación había ido llenando los huecos de la memoria, porque aquella retransmisión extraordinaria de TVE, comenzó de madrugada y seguramente yo habría visto alguna repetición posterior. Pero ayer se me ocurrió preguntar a mi madre si era verdad que me levanté de madrugada aquel día y mirándome por encima de las gafas de cerca dijo:

- Yo no quería, te levantó tu padre. Allí estabais los dos comiendo calostros, con la boca abierta como tontos. Y luego llegó Quique, el ordenanza, a preguntar qué pasaba, que se tardaba en abrir la oficina y allí os quedasteis los tres, lelos, mirando la tele. Y, ¿sabes una cosa?, hasta ese día no te gustaban los calostros.

Enlace al documental "Operación Luna"


lunes, 6 de julio de 2009

En mayúscula.

Con la ayuda de mi hijo ordenaba ayer unos documentos sobre I+D+i que me había llevado a casa para hojear con calma. Éstaba interesado y preguntó qué significa cada sigla así que aproveché para explicarle los conceptos básicos. En un momento de la charla, se quedó pensativo y dijo:
- Entonces, si la innovación es tan importante, ¿porqué su "i" se escribe en minúsculas?.

Parece que la innovación siempre ha sido la prima pobre de la "respetable" I+D y ello se refleja en muchos aspectos. Cuando hablamos de I+D nos referimos a Universidades, Centros Tecnológicos, grandes empresas con departamentos de investigación, programas gubernamentales o internacionales. Las cifras se refieren a la I+D+i en porcentajes sobre el PIB, pero no se desglosa cuándo hay de cada una.
Por otro lado, buscamos ayudas y para innovación apenas si encontramos algún programa destinado a "empresas innovadoras" que apoyan, principalmente, la incorporación de las TICs. Y cuando las empresas presentan solicitudes a veces obtienen como respuesta un: "eso es innovación, no I+D", como quien corrige a un niño.

Es cierto que la Investigación y Desarrollo e incluso la Innovación Tecnológica requieren disponer de recursos y esfuerzos que no están al alcance de la mayoría de las empresas y personas. En este sentido, la colaboración y las sinergias entre los diferentes actores son fundamentales para lograr éxitos. Difícilmente una pequeña o mediana empresa alimentaria, por ejemplo, podrá disponer de los elementos necesarios para desarrollar determinadas líneas de trabajo si no cuenta con la colaboración de técnicos capacitados, material adecuado y tiempo suficiente, pero sí que puede acudir a una universidad, centro tecnológico o similar.

¿Es la innovación entonces menos importante o menos necesaria?. Si nos guiamos de la definición que ofrece Wikipedia, Innovación es la aplicación de nuevas ideas, conceptos, productos, servicios y prácticas, con la intención de ser útiles para el incremento de la productividad. Aquí tenemos la primera clave: la innovación aplica los conocimientos. Si bien es cierto que la I+D los proporciona, no es ni mucho menos la única fuente. El conocimiento se puede y debe obtener de las actividades y procesos cotidianos. La segunda, evidentemente, es que transforma el conocimiento en resultados empresariales mensurables, es decir: beneficio.

La innovación está en la base de muchas de las iniciativas empresariales. El nacimiento de Apple Computer, por ejemplo, no surge de la I+D, sino de una idea innovadora sobre cómo utilizar elementos y tecnologías ya existentes. GAM aprovechó una novedosa idea de gestión de alquiler de maquinaria y Google arranca con dos amigos creando una base de datos de páginas de internet. La tan simple fregona es una ocurrencia de un español para aliviar el trabajo de su madre. Y podriamos seguir poniendo muchos ejemplos de todos los sectores económicos.

Además, innovar es una actividad "democrática" porque está al alcance de todos. Casi cualquier empresa puede incorporar aspectos innovadores en cualquier parte de los procesos empresariales y para ello únicamente es necesario conocimiento y mucho ingenio. El criterio básico que permite distinguir la Innovación es la existencia de un elemento apreciable de novedad y de resolución de problema. Dicho de otra forma, la Innovación aparece cuando la solución de un problema no resulta evidente para cualquiera que está perfectamente al tanto del conjunto básico de conocimientos y técnicas habitualmente utilizadas en el sector de que se trate y, sin embargo, se consigue resolverlo de un modo que, además, aporta valor añadido por su singularidad.

Innovar significa incrementar las posibilidades de éxito, algo que en los tiempos que corren supone la oportunidad de sobrevivir, y además puede ayudarnos a estar bien posicionados para cuando la situación remonte y sea necesario ser más competitivo y tener mayor capacidad de respuesta que los rivales ante la evolución del mercado.

Mi hijo tiene razón, debemos cambiar la "i".