lunes, 6 de septiembre de 2010

La fortuna de ser audaz.


Audaces fortuna juvat, la fortuna ayuda a los audaces, esta famosa cita del filósofo romano Publio Virgilio la utilizamos a menudo cuando queremos dar a entender que quien asume riesgos es el que obtiene beneficios. Aunque ser audaz en muchas ocasiones conlleva incomprensión o envidia, lo cierto es que sólo quienes se deciden aciertan o se equivocan y es la decisión lo que quizá distingue al audaz.

Audacia y osadía no son lo mismo, aunque hay quienes afirman que la línea que las separa es muy tenue, yo más bien creo que distan un largo trecho. Entre ser audaz y ser osado hay la misma diferencia que entre la genialidad y la locura, o sea, la inteligencia. El audaz, además de inteligente, ha de ser reflexivo. Piensa y sopesa, valora y compara para tomar la mejor alternativa. Y la mayoría de las veces es un camino que hay que abrir, innovador, complementario o paralelo que cuando vemos pensamos ¿y cómo no se me ocurrió a mi?, o bien: ya se me había ocurrido, pero.... El pero es que no nos decidimos, ese el el problema.

No hay nada malo en decidir que no. A diario hablo con personas que no acaban de decidirse a arrancar un negocio; aprobar un pedido; tomar una vía alternativa. Y por supuesto que muchas han reflexionado y sopesado los pros y los contras y deciden no hacerlo porque el resultado del análisis no les empuja. Hacer lo contrario, es decir, lanzarse cuando todo está en contra, sería una osadía o una locura.

Si algo distingue a los audaces, es que cuando los escuchas entiendes perfectamente que su decisión es la más acertada para ellos y sus circunstancias y que aunque haya otras alternativas, suele estar bien fundamentada, basada en un análisis, que a menudo no se hace del todo conscientemente, como Punset tan bien explica, pero que es totalmente válido. Por definición, el audaz tiene los pies en el suelo, es consciente y respeta los límites de su análisis; sabe cuándo roza la osadía y debe parar o retroceder. Está convencido de lo que hace y lucha por conseguir sus objetivos. Como dijo Jackson Brown, lamentaremos más lo que no hicimos, que lo que sí llevamos a cabo.

Lo que quizá no nos demos cuenta es que la fortuna no siempre sonríe y que las lágrimas están presentes en el proceso en igual o incluso mayor proporción y que ambas son inseparables, vienen en el mismo paquete como se suele decir. Por ello tienen todavía más valor y me merecen respeto y admiración todos aquellos que, a pesar de que la realidad les encoja el estómago, deciden emprender aventuras empresariales y personales, tantas veces interconectadas, con la alegría puesta y el ánimo dispuesto a seguir adelante.

Redes 4: La Intuición no es irracional.

jueves, 2 de septiembre de 2010

El ojo alargado de Fernando.

Al igual que muchos otros segovianos, tengo algunos pequeños momentos relacionados con Fernando Peñalosa., ese convidado que siempre aparecía cuando había algo que mereciera la pena reflejar y a veces sin que valiese la pena, allí estaba con su bolsa y cámaras en ristre a levantar acta.

Hoy por fin he hecho tiempo para acercarme a ver con calma la exposición de la Alhóndiga y debo decir que me ha emocionado doblemente. En primer lugar porque, como una agradable sorpresa, entre las decenas de instantáneas, hay una de tres jóvenes emprendedores que nos lanzamos a la aventura de Tridimensional y he revivido la emoción de la visita del periodista de El Adelantado, de las fotos de Fernando que vino poco después y la alegría de ver publicado el reportaje de nuestra joven empresa en el especial de aquel jueves de Mayo de 1989.

Entre otros, tengo un recuerdo concreto de una ocasión, hace años, en que una persona que esperábamos para comenzar un acto anunció un pequeño retraso, que ocupamos compartiendo un café y aproveché para preguntarle sobre si merecía la pena comprarse una cámara digital, que entonces empezaban a popularizarse. Me sorprendió vivamente tanto su conocimiento del tema como la pasión que transmitía mientras hablaba. Tras una media hora, apareció el personaje, y volvimos cada uno a su labor. Puntualmente firmadas Foto: F. Peñalosa, por supuesto, El Adelantado al día siguiente publicó las fotos.

Visitando la admirable exposición que la Asociación de Amigos de Fernando Peñalosa han organizado con motivo de su aniversario, he intentado imaginar qué sienten las personas que están presentes en la vida cotidiana de la ciudad y sus personas, que todos sabemos quién son y, sin embargo, apenas conocemos. He pensado entonces en cuántas personas atesoran esos pequeños gestos, esas visitas fugaces de Fernando o de tantos de sus colegas. Ellos, a los que todos conocemos, aprendemos cómo se llaman, que les hemos pedido en innumerables ocasiones  "por favor, sácame esto o aquello""!que se vea el logo del patrocinador!". Ellos que a su manera, con su ojo profesional, han sabido cumplir su cometido con honradez y al tiempo entender y cumplir puntualmente esas peticiones.

Yo no tuve más relación con Fernando que las cordiales conversaciones de los momentos en que aparecía para hacer su trabajo e irse con igual sigilo. Y sin embargo, casi puedo recordar cada una de ellas, bien porque el momento era importante para mi, bien porque la presencia del fotógrafo hacía que lo fuera. No nos damos cuenta de la huella que tantos Fernandos van dejando en las personas, en la sociedad, en la ciudad, hasta que alguien nos pone delante de los ojos, nunca mejor dicho, esas fotografías que, al final, son como un espejo en las que nos vemos reflejados.

Por fortuna, en esta exposición sus amigos han conseguido reunir, aunque sólo sea una pequeña instantánea, lo que sentía Fernando al mirarnos por el ojo alargado de su cámara o a través de su discreta ventana de San Martín.