martes, 29 de septiembre de 2009

Dieciséis más.

Entrega de premios de la XIII Edición , de 2008. (Foto de El Adelantado)
El lunes fue la presentación de los proyectos de la XIV edición del curso on-line de Ayuda a la Creación de Empresas. Esta iniciativa surgió en 1.995 de la Obra Social y Cultural de Caja Segovia, con la colaboración, del Ayuntamiento de Segovia, la Diputación Provincial, la Cámara de Comercio e Industria y la Federación Empresarial Segoviana, impartido por la EOI (Escuela de Organización Industrial).

Acudí a la cita con una extraña sensación de dualidad. Primero como participante que presenta la idea que ha estado desarrollando durante casi un año, con nervios, pero también con la satisfacción de saber que todo el tiempo y trabajo empleado ha dado sus frutos y está plasmado en el librillo que tenían en sus manos las personas que componen el jurado.

Por otro lado, no pude por menos que observar los 16 proyectos (muchos ya hechos realidad) de mis compañeros de curso y casi de modo inconsciente, analizar lo que contaba cada uno en la exposición, cómo lo presentaban, sentir su entusiasmo, las ganas de arrancar o la experiencia de los que ya se lanzaron y ahora confrontaban la realidad con el proyecto, que así se realimenta. Hubo ideas brillantes e innovadoras y otras más evidentes. Unas, explotan la experiencia y el conocimiento adquirido en sus más o menos dilatadas trayectorias profesionales. No pocas aprovechan nichos de mercado, oportunidades de negocio o situaciones en las que se ha avistado una necesidad que puede convertirse en germen de una empresa.

Durante la larga jornada vinieron insistentemente a mi cabeza las palabras que Francisco Martín Frías, presidente ejecutivo de MRW, y empresario de origen segoviano, galardonado este año por FES como empresario segoviano de mayor proyección, dijo al recoger su premio: "En España sobran parados y faltan empresarios". Aunque él se refería a la importancia de mantener vivo el tejido empresarial en los tiempos que corren, defendiendo la cultura emprendedora, recuerdo que en ese momento pensé que no todas las personas que dirigen una empresa son verdaderamente empresarios; pero tampoco todos los que quieren emprender llegarán a serlo. El lunes esa idea apareció de nuevo, pero esta vez con una sensación diferente.

Con el transcurso de los años, este curso on-line ha adquirido una importante solera y, como señalaba el pasado año su coordinador y director de programas de la EOI José Hilara, en Segovia el porcentaje de negocios que se ponen en marcha supera el 75%, casi el triple que la media habitual en este tipo de cursos, supone un importantísimo impulso a la cultura emprendedora segoviana y está siendo clave para que las nuevas empresas comiencen su andadura con unas bases sólidas en las áreas de gestión empresarial, que son imprescindibles para que una aventura emprendedora se realice con garantías de éxito. Más de un centenar de empresas creadas a partir de ella lo avalan.

Y aquí, creo yo, radica la gran diferencia entre el emprendedor y el empresario. En otras ocasiones he comentado la importancia de sentirse empresario, pero a medio plazo un empresario tiene que tener más que el espíritu emprendedor y las ganas de levantar su negocio y ha de tomar conciencia de que para dirigir una empresa hay que tener conocimientos de gestión empresarial, márketing, financieros, personal, comerciales, etc. Y precisamente son iniciativas como ésta las que proporcionan a los emprendedores esas bases sólidas sobre las que tomar las decisiones empresariales estratégicas.

Quien empieza su empresa con una planificación previa, creada con ayuda y asesoramiento, tiene no sólo una guía imprescindible, sino un instrumento con el que ir haciendo frente al día a día, cotejar el rumbo y sobre el que ir tomando las decisiones de si debe variar el rumbo y hacia dónde. Y esto no sólo es exclusivo de los emprendedores. Muchos gerentes y empresarios aumentarán su competencia y capacidad directiva si participan en acciones de formación similares para personas en activo, algo que suelo sugerir con cierta frecuencia y en no pocos casos la respuesta es negativa por diversas razones, desde la sempiterna falta de tiempo hasta una mal entendeida verguenza o reparo en admitir la necesidad de mejorar.

Muy probablemente el espíritu emprendedor sea algo inherente a la personalidad y por tanto, difícilmente adquirible, pero no me cabe ninguna duda de que cualquiera que lo desee y ponga el suficiente empeño puede llegar a formarse y ejercer como buen gestor empresarial.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Dos piñones, una piña.


Entre otras varias ocupaciones, como esquilador, segador o transportista con carro y caballo, mi abuelo materno fue piñonero, ocupación en la que fue famoso por su agilidad. Ya jubilado, seguía subiéndose a mano -!que no con gancho, como hacían los de Navas de Oro!, presumía- a los pinos del puente Oñez. Mientras mi abuela y sus hijas le regañaban desde el suelo, "!Padre, que ya no es un mozo, que se va a caer!, los nietos jugábamos a coger al vuelo las piñas que iba soltando y nos manchaban las manos de resina. Luego abríamos las piñas en una chisquereta, y nos comíamos los piñones calientes, que salían de cada escama unidos de dos en dos por una telilla blanquecina, cachándolos con unas piedras cogidas del río y nos lavábamos las manos con agua y arena, para quitarnos la resina pegajosa.

Antes, los piñoneros iban vendiendo su mercancía por los pueblos con una medida que te llenaban de esos piñones pareados. Ahora que compramos los piñones ya pelados, olvidamos que nacen a pares y en una piña. Expresiones como: "ser una piña" o "estar a partir un piñón" siguen vigentes.

Las sinergias y la cooperación entre empresas son asuntos que nos cuesta abordar. La primera barrera que hay que superar es la reticencia a buscar colaboración externa a la propia empresa. Se habla del carácter de los castellanos, pero sabemos ser una piña cuando es necesario, por lo que las razones hay que buscarlas quizá dentro de la dinámica empresarial y personal que nos lleva a pensar que debemos resolver nuestros asuntos de modo autosuficiente. Si en situaciones normales la cooperación o la creación de redes empresariales es ya complicado, en situaciones difíciles echamos mano de otros recursos y vamos al banco, a la familia o a los amigos; hablar con la empresa de al lado, sólo lo hacemos cuando ya no queda otra opción y quizá es demasiado tarde.

No sólo tememos perder nuestra independencia, que la empresa por la que hemos luchado se diluya, absorbida por la otra. Cuando se juntan varios empresarios, he observado que a menudo son reacios a intercambiar información clara y veraz de la situación de sus empresas, se maquillan resultados y cifras o se dice de la misa la media, en lugar de buscar lugares comunes, puntos de acercamiento o posibilidades de sinergias, se mira al otro con cierta desconfianza. Cuando la situación va mal, quien mejor puede comprenderte es otra persona que, como tú, vive el día a día de la empresa y puede conectar perfectamente con los problemas, porque seguramente serán similares a los suyos, quizá incluso ya los haya resuelto y pueda aportarte su experiencia. Al revés, seguramente nosotros podamos ayudar a quien nos lo pide de igual manera.

Además, la creación de redes empresariales de colaboración no es algo tan complicado ni extraño como pudiera parecer. En realidad, aunque no seamos conscientes de ello, cualquier negocio es una red. Nuestros proveedores, clientes, asesores, bancos o personal constituyen una red de primer nivel de la que vamos obteniendo sinergias continuamente, porque nos proporcionan recursos, nuevos productos y servicios y valiosa información de retorno que realimenta nuestros procesos empresariales. Extender esta red a través de otras empresas con las que colaborar, de nuestro ámbito o de sectores diferentes, no hará sino enriquecernos y posibilitar nuestro crecimiento o supervivencia.

Las relaciones en las que ambas partes obtienen beneficios son las que posibilitan la mejora de la competitividad individual y sectorial y abren posibilidades de ampliar nuestros procesos productivos o servicios a nuevas ideas y aplicaciones que seguramente surgirán de las necesidades de los otros o de cómo los otros pueden resolver las nuestras. Las posibilidades de conseguir avances innovadores se multiplican cuando somos capaces de ampliar nuestros horizontes y trascender los ámbitos en los que habitualmente nos movemos para buscar más allá. Cuando alguien consigue descubrir aplicaciones innovadoras para lo que está haciendo o cómo aprovechar en su empresa lo que otros han puesto en marcha, se consiguen sinergias, en las que el resultado es más que su mera suma.

Implementar la colaboración entre las empresas empieza por examinar con amplitud de miras dónde, cómo y en qué podemos, o bien necesitar o bien aportar, procesos de valor añadido, trabajar para buscar activamente las empresas y también estar abierto a que nos encuentren, aprovechar todos los recursos que promueven contactos y redes empresariales y trabajar para hallar puntos de acuerdo y colaboración con las empresas interesadas, propugnando acuerdos beneficiosos para ambos.

Un ejemplo de cómo la sinergia produce más que la suma de las partes: Arroz con Pasas y Piñones

sábado, 5 de septiembre de 2009

El sabbat.


Comentaba Jonathan Sacks, que más que los judíos hayan conservado el Sabbat, ha sido el Sabbat el que ha conservado a los judíos. "El Sabbat es “re-creación”, tiempo dedicado a todas estas cosas que sostienen una economía de mercado, pero están amenazadas por ella: familia, comunidad, celebración, oración, estudio y reflexión. En una sociedad que honra el Sabbat, la gente se convierte en maestra, no en esclavos del trabajo. El Sabbat está dedicado a las cosas que son importantes pero no urgentes: gastar tiempo con la esposa e hijos, compartir una comida, disfrutar lo que tenemos en lugar de pensar en lo que no tenemos, dar gracias a Dios por sus bendiciones en compañía de los que comparten nuestra fe".

La reapertura del Centro Didáctico de la Judería de Segovia, un lugar casi íntimo, con su apuesta por las nuevas tecnologías y la interactividad, que deslumbra al visitante y por recoleto deja con ganas de más, aporta un nuevo ladrillo a los cimientos de ese edificio turístico que queremos construir en Segovia, pero del que, desafortunadamente, todavía no tenemos los planos.

Contamos ya con una parte de los materiales de construcción, y también con algunas ideas de qué podríamos empezar a construir, de las que algunas están ya muy elaboradas, como el Plan de Marketing de Segovia. La idea central de reinventar Segovia parece que está empezando a asentar las bases necesarias e iniciativas como ésta contribuyen a que la ciudad tenga cada vez más atractivos para los visitantes y, no nos olvidemos, para los residentes, que somos los que sustentamos la famosa vida cultural segoviana.
Y ahora la pregunta obvia es: ¿quien empieza a levantar los edificios?.

Hagamos un sencillo experimento, escribamos en Google "escapadas fin de semana+segovia"; "fin de semana familiar segovia" o una búsqueda similar y analicemos críticamente los resultados. Para ser sincero, el resultado es, por decirlo suavemente, poco menos que decepcionante, ya que apenas llega a media docena. Podemos envolver la ciudad con un papel precioso y adornarla con un lazo de oro, pero si el paquete está prácticamente vacío, sólo causará estupor o incluso indignación. Las administraciones tienen, ya lo he señalado en varias ocasiones, que esforzarse en proporcionar el sustrato adecuado y los estudios que orienten sobre qué crecerá mejor, pero es la iniciativa privada quien siembra y cuida que crezca.

De ese mismo análisis, por suerte, se desprende que estamos en un momento inmejorable para lanzar iniciativas innovadoras que prosperen y atraigan a clientes que, a su vez, serán nuestros mejores valedores y publicistas, creando corrientes de opinión favorables que atraigan cada vez a más personas. La Agenda Cultural de Segovia tiene multitud de atractivos que poder aprovechar y materializar en propuestas concretas y atractivas, pero parece que las ideas brillan por su ausencia, y eso es lo que me parece realmente preocupante. Además de que hemos de estudiar las iniciativas que ya funcionan en otras ciudades, me permito bosquejar algunas ideas, que aunque parezcan obvias, pueden servir de punto de partida.

La temporada del Teatro Juan Bravo está a punto de comenzar. Propongamos, por ejemplo, paquetes turísticos que incluyan entradas para la función del sábado, cena, noche de hotel y una visita guiada o entradas para el Museo de Segovia, por ejemplo, el domingo por la mañana, con billete del TAV y taxi al hotel si vienes desde Madrid o Valladolid o aparcamiento gratis si acudes con tu coche. O un fin de semana familiar en dónde haya actividades para los todos los públicos o diferenciadas para pequeños y mayores, como una visita teatralizada al Alcázar, o actividades lúdico-didácticas para los niños en el Museo de Segovia, mientras que los mayores visitan las salas.

Y además de los sitios imprescindibles como los castillos, el palacio de Riofrío o los jardines del Real Sitio, incluyamos propuestas novedosas como visitar una fábrica de embutidos, una huerta de judiones, realizar una ruta senderista por los pinares, las lagunas de Cantalejo, el rómanico, las cañadas, el Camino de Santiago... por citar sólo los más obvios. Porque, tras un rato de darle a la imaginación, a mi la lista de posibles ideas me sale muy, pero que muy larga.

Algo a tener en cuenta es que para que sean posibles, este tipo de iniciativas necesitan la colaboración de varias empresas y entidades, que de este modo producen sinergias que benefician a todos los que participan, generan ingresos e impacto económico indirecto y, además, crean y extienden redes de cooperación empresarial, algo de lo que en Segovia estamos realmente muy necesitados.

Nuestra guía debe ser diseñar propuestas innovadoras, suficientemente diversificadas, atractivas y asequibles que acierten en las necesidades y aspiraciones de nuestros visitantes actuales y potenciales, con una gran amplitud de miras para plantear actividades capaces de atraer a multitud de personas, que cada día son más afines a lo que señalaba Sacks: dedicar tiempo a lo importante. ¿Qué hay más importante que un tiempo dedicado a tu pareja, familia, amigos o tu actividad preferida?.

Redescubrir el Sabbat en Segovia, puede ser, también, una manera de redescubrir Segovia.