sábado, 23 de mayo de 2009

Abrir las puertas.


Acudí ayer a la Jornada de Puertas Abiertas de la IE Universidad en el Campus de Santa Cruz. Una estupenda iniciativa que pretende crear vínculos entre la universidad y las empresas y propiciar contactos dentro lo que se conoce como “Transferencia de conocimiento Universidad-Empresa, o Proyecto t-cue”. Disfruté en Santa Cruz porque las presentaciones tuvieron muchísimo interés y algunos debates fueron brillantes.

Además de Cristina Cruz, -que comenté en la anterior entrada- y Rachida Justo quienes hablaron desde una perspectiva novedosa sobre las empresas familiares, me atrajeron especialmente las de Amrou Awaysheh sobre prácticas sociales responsables; Juan Santaló hablando sobre estrategias y gobierno corporativos; un interesantísimo estudio de Daniel Fernández sobre la evolución de las mujeres trabajadoras cuando deciden ser madres; las reflexiones de Tara Wernsing sobre liderazgo; y los “coffee-breaks”, que, como suele ocurrir, son lo más animado de este tipo de eventos y contribuyen decisivamente a crear redes y contactos.

Sin embargo, desde otro punto de vista, la jornada me provocó una inquietud que tuve la oportunidad de comentar con Gayle Allard, Vicerrectora y Patricia Gabaldón de la Oficina de Investigación de la IE Universidad. Si el objetivo era fortalecer los vínculos con las empresas, los invitados brillaron por su ausencia, a pesar de la excelente organización.

Hay varias razones para que no acudieran. Aparte de que el evento tuvo escasa difusión entre las empresas, y a pesar de disponer de traducción simultánea, prácticamente toda la jornada se desarrolló en inglés, algo que favorece el intercambio universitario, pero que sin duda causó el desánimo entre los empresarios. Seamos realistas, de poco nos vale hablar de la importancia del inglés como idioma de negocios, cuando la mayoría de nuestras empresas no lo necesitan para el día a día, ni los empresarios se manejan con él. Puede que sea una pena, pero es la realidad y no sirve cerrarnos puertas.

Por otro lado, muchas ponencias, de indudable interés como he comentado, adolecieron de un excesivo academicismo. Las empresas siempre se han quejado de la “torre de marfil” que mencionaba ayer Gayle Allard y la universidad de que las empresas no apoyan la investigación. Pensando en fomentar la transferencia de conocimiento de y hacia la empresa, hubiera sido deseable que las presentaciones, sin perder su trasfondo académico, hubieran puesto un mayor énfasis en los puntos en que las investigaciones pueden generar puentes que faciliten esa corriente.

Presentar estos eventos de forma más asequible a la mentalidad empresarial, haciéndolas atractivas y resaltando las ventajas que la interacción supone para ambas partes debe ser un objetivo prioritario para nuevas ediciones. Utilizar un código que los empresarios puedan entender captará su atención de inmediato, y en cuanto a los intereses de la universidad, si de algo saben los empresarios es de invertir en recursos que les proporcionen beneficios. Como muy bien señaló Jorge Izquierdo, director gerente de ADE Europa, citando al presidente de Nokia Olli-Pekka Kallasvuo, “hacer I+D es poner dinero para generar conocimiento, e Innovar es poner conocimiento para generar dinero”.

Las empresas, por su parte, deben perder el miedo, ser receptivas y acudir a cuantos eventos tengan a mano, estoy convencido de que la primera experiencia ya supondrá un cambio radical de mentalidad y, aunque hoy parezca difícil, el mero hecho de acercarse a la universidad tendrá la virtud de acercarte a las personas, que son quienes, en definitiva, aportan el talento. En mi opinión la interacción entre las partes debe comenzar incluso mucho antes.

La IE tiene líneas de investigación que pueden y se deben nutrir de la cotidianeidad empresarial para plantear investigaciones que tengan su base en las necesidades reales de las empresas de tal manera que éstas puedan utilizarlas para mejorar y generar más beneficio, pero esas necesidades tienen que transmitirse. Por supuesto, las organizaciones empresariales han de tener en este diálogo un protagonismo esencial en la creación de un ambiente favorable y, principalmente, siendo el conducto que posibilite la transmisión en ambos sentidos, puesto que son quienes mejor conocen las necesidades de las empresas, la situación de los mercados y sectores y dónde la universidad puede suponer el aporte de valor añadido y de innovación del que tan necesitados estamos.

Añado un enlace con información sobre el Proyecto t-cue.

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Luis Miguel Pascual.