- ¡Es imposible que se pongan de acuerdo!, dice mi hijo, con toda la fuerza de su edad adolescente. ¡Ferrari seguirá haciendo sus motores¡.
A mi hijo le entusiasma todo lo relacionado con el motor y la conversación sobre la situación del mercado del automóvil, había derivado en una reflexión acerca de si tiene sentido que existan tantos fabricantes, cada uno con desarrollos propios. Parecía que una excelente solución sería unir a todas las marcas para desarrollar motores y equipos que aprovecharan la unión de las experiencias y que se usaran en todas las marcas y también era obvio que una sinergia de este tipo podría producir automóviles eléctricos verdaderamente comerciales a corto plazo en lugar de que cada firma investigase por su lado.
A mi hijo le entusiasma todo lo relacionado con el motor y la conversación sobre la situación del mercado del automóvil, había derivado en una reflexión acerca de si tiene sentido que existan tantos fabricantes, cada uno con desarrollos propios. Parecía que una excelente solución sería unir a todas las marcas para desarrollar motores y equipos que aprovecharan la unión de las experiencias y que se usaran en todas las marcas y también era obvio que una sinergia de este tipo podría producir automóviles eléctricos verdaderamente comerciales a corto plazo en lugar de que cada firma investigase por su lado.
En los últimos días, he experimentado cambios importantes que han hecho que mi vida profesional, aprovechando mi trayectoria y experiencia, se encamine de modo directo hacia la promoción de la innovación en la empresa y quizá por ello, el comentario de mi hijo, me hizo reconsiderar el asunto desde otra óptica.
La sugerencia de crear un grupo de investigación automovilístico conjunto no es en modo alguno descabellado (Renault y Nissan, o el Grupo PSA ya lo están haciendo), supondría un avance tecnológico muy beneficioso y deseable y seguramente lograría importantes resultados a corto plazo. No obstante habría que considerar los efectos secundarios que una universalización de los motores, por ejemplo, causaría en los sectores relacionados como los talleres, las empresas de componentes y recambios, etc. ¿Significaría un impulso?. ¿Supondría la desaparición de, por ejemplo, los pequeños talleres, o su revitalización frente a los servicios oficiales?.
Los efectos globales de una mejora de este tipo podrían ser una revolución o muy negativos y deberíamos estudiarlos y tener previsto cómo afrontar las consecuencias negativas y potenciar la positivas. A modo de ejemplo, y de forma muy esquemática, la introducción de los ordenadores personales en las empresas rebajó significativamente las plantillas debido a la reducción de la carga de trabajo administrativo, pero paralelamente, los ordenadores y sus aplicaciones generaron una enorme demanda de personal técnico.
Como, muy pragmáticamente, diría Paul Krugman, aunque sólo cuando ocurra lo sabremos a ciencia cierta, podemos especular y anticipar ciertas consecuencias que a primera vista no se harían evidentes y puede que ahí hallemos importantes ventajas competitivas que nos ayuden a ganar dinero.
Se dice que muchas empresas segovianas no están interesadas en cambiar y, a veces, el desinterés por la innovación se deja sentir en algunos empresarios. Lejos de creer en ello y aún a pesar de la coyuntura adversa, percibo que hay un sustrato en las empresas segovianas muy favorable a la innovación, en gran parte por el impulso de las nuevas generaciones que se van incorporando a las empresas de sus padres, además de una metalidad más abierta y joven que les hacer ser más receptivos, cuentan con la ventaja de una mejor formación y un factor clave: la experiencia y el conocimiento de las personas que llevan toda una vida luchando por su proyecto.
Por ello, lo más importante es que ese vehemente comentario adolescente, esconde algo que ni debemos, ni podemos olvidar. Necesitamos que algo nos empuje y ponga retos que nos hagan luchar por superarlos. La existencia de un líder, de un listón a superar es uno de los mejores estímulos que podemos tener, pero no debemos olvidar que las empresas, en general, deben conservar en su interior una semilla de inquietud por la mejora y la innovación.
Si esa semilla perdura y algún día germina o, por el contrario, se olvida y se echa a perder, depende en gran medida de las condiciones que la rodeen. Si son propicias, en algún momento germinará y quizá con algo de ayuda externa pueda convertirse en una planta a la que la tocará competir con el resto, en función del entorno, los cuidados y el alimento de que disponga y seguro que algún día, se convertirá en un árbol, pequeño o grande, que generará a su alrededor nuevas semillas.
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Luis Miguel Pascual.