sábado, 13 de junio de 2009

Tarjeteando

Hace ya unos cuantos años que tengo una PDA de Palm, es un modelo bastante simple sin correo electrónico, pero como se sincroniza con Outlook me resulta muy útil para gestionar la agenda y los contactos. Además tiene la función de escribir con el puntero, la gran virtud de reconocer mi letra, y un excelente diccionario de inglés, así que la saco mucho partido.

Ayer, en un evento de las Jornadas de Empresas en Red, me encontré con una persona que tenía un modelo igual y estábamos comentando las respectivas utilidades, cuando de pronto me dijo, - Si quieres, te transmito mis datos de contacto por infrarrojos. - Estupendo, contesté. Así me evito tener que andar luego transcribiendo los datos de la tarjeta, pensé para mí, y en apenas unos segundos intercambiamos la información. Cuando terminamos, mi interlocutor se guardó la PDA en la cartera y sacando su tarjeta de visita, me dijo: - De todos modos, aquí tienes mi tarjeta.

Por supuesto, yo también le dí la mía y al terminar la jornada conté 18 tarjetas de otras tantas personas, que transcribí a la Palm y después sincronicé con el PC en la oficina. Si todos hubiéramos tenido un sistema por el que intercambiar los datos, compartiríamos los de las más de 50 personas que acudimos, además del tiempo que ahorraríamos al transcribir la información a otros soportes, seguro que resultaría muy útil disponer de ellos.

Así es como se construyen las redes sociales y profesionales. Xing, Linkedin o Facebook, en realidad son el intercambio de "tarjetas" personales y profesionales, lo que ocurre es que ahora los datos que se aportan son mucho más de lo que puede contener una tarjeta de papel y abarcan muchos otros aspectos profesionales y personales. No es de extrañar que lo que se conoce como “data mining” o minería de datos, esté en pleno apogeo.

¿Qué hacer con las tarjetas de papel?. ¿Están condenadas a desaparecer?. Yo las conservo en unos tarjeteros -ya tengo unos cuantos- porque, contrariamente a lo que pueda parecer, contienen mucha información. El diseño, las tipografías, la colocación de los elementos, si notas que quien la ofrece se siente cómodo con ella o no, por ejemplo, dan mucha información sobre el tipo de empresa y personas a las que representan y, cuando has visto unos cuantos centenares, la intuición suele atinar bastante.

Hay guías y consejos para hacer una buena tarjeta de visita, tanto respecto a los materiales, tintas, diseño, etc., como de su "filosofía". Uno de los mejores es no escoger una tarjeta predefinida de un catálogo, a menos que sea exactamente la que desees. En mi opinión, lo más importante es que uno se sienta a gusto con ella y, cuando se refiere a ti mismo, -como tu tarjeta personal, o si, por ejemplo, eres un emprendedor o empresario-, que sea un reflejo de lo que tú eres y quieres transmitir.

Tengo ahora mismo a la vista mi primera tarjeta personal, bastante poco convencional por aquél entonces: papel crema, tinta roja y una tipografía inusual, que hizo refunfuñar al entrañable Avelino, maestro cajista de la imprenta, mientras ajustaba los cuadratines a lo que yo quería. Estoy convencido que fue de ayuda en esos momentos en que comenzaba mi andadura profesional. Las tarjetas forman parte de la personalidad, de la imagen de quien las ofrece y al igual que será muy difícil que los documentos impresos desaparezcan del todo, seguro que a las tarjetas de visita les queda mucho recorrido.

2 comentarios:

  1. MMARÍN
    Yo todo, absolutamente todo, aún teniéndolo en soporte digital ( ¿se dice así? ) lo transcribo, antes como borrador y después como copia, a papel.
    Y utilizo lápiz, y goma.Y bolígrafo normal, por supuesto. Y estoy empezando a cogerle el punto a la pluma.
    No reniego de las nuevas tendencias, es más, hago uso de ellas. Pero después de un tiempo, me canso; como me pasó con Facebook, una plataforma estupenda si quieres encontrar y recuperar contacto con gente que hacía tiempo no sabías de ella o para temas profesionales como tú bien dices.
    Pero pronto descubres que es un arma de doble filo, y que termina siendo una "tarjeta" de visita de lo más íntima e irreverente, en la que se te califica de forma automática por el número de personas en tu lista o el movimiento del panel de mensajes.Por no hablar de los grupos a los que te adhieres para que la gente sepa qué tan guay, moderno o subversivo eres...
    Efectivamente, me quité. Quien realmente me interesa o se interesa por mí, sabe donde estoy y sabe cómo soy; no es necesario cacarearlo por la red.
    Yo también tengo tarjeta en papel. Cuando nos tomemos ese café, ¿las intercambiamos? ;)
    Un beso enorme

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  2. A mi también me preocupa el tema de la "minería de datos", Tengo la sensación de que deciden por mi cuando me ofrecen productos o servicios que creen que pueden interesarme porque han analizado, por ejemplo, mis hábitos de compra. Seguramente podrán adivinar tendencias, que me gusta comprar libros de ciencia ficción e informarme de las nuevas publicaciones lo cual puede ser útil, pero yo no sólo leo CF. Otra cosas es que compre más CF que otra cosa. Y ahí te pillan.
    Por eso coincido contigo en que en el mundo digital (ya lo escribí en otra entrada) debemos ser exácatamente igual de cuidadosos que en el real. El aparente anonimato que nos da la red no es tal, al contrario, nos hace más vulnerables, como muy bien dices y lelga un momento en que tener que medir lo que escribes en Facebook o en un blog puede hacerse aburrido y a veces no publico algunas entradas ya escritas por esa razón y solo subo lo que compartiría igualmente de otro modo.
    Por cierto, me encantan las plumas, pero !ay¡, a las plumas no les gusta mi letra, y aunque utilizo los medios primitivos para tomar notas, definitivamente estoy enganchado al teclado, es mi lápiz y mi goma.
    Tarjeteamos y cafeteamos cuando quieras.
    Besos.

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Luis Miguel Pascual.