Esta semana COTEC ha celebrado el V Encuentro Empresarial de países del sur de Europa sobre la innovación como vía para mejorar su competitividad ante la crisis y los datos que se han aportado son, cuando menos, reveladores de cuál es la situación de la innovación en España y porqué nuestra competitividad es de las más bajas de Europa. La Fundación COTEC promueve principalmente sensibilidad social por la tecnología y la innovación tecnológica, pero las conclusiones son perfectamente aplicables a un concepto de innovación en un sentido mucho más amplio -tal como estimo que debe entenderse-: promover iniciativas novedosas dentro de la empresa que contribuyan a mejorar su competitividad y la rentabilidad de sus recursos económicos y humanos.
Dos datos, referidos cada uno a estos dos aspectos, llaman poderosamente la atención.
- La productividad española de la hora trabajada sobre el PIB es del 74% respecto a la de los Estados Unidos, frente al 97% de Francia, 96% de Alemania y 89% del Reino Unido.
- En España las pymes aglutinan el 82,2% del empleo total, pero sólo el 8% utilizan las bonificaciones estatales para la formación de los trabajadores.
La innovación, la competitividad, la formación y el talento son factores interrelacionados, de tal manera que difícilmente se puede dar uno sin el concurso de los demás. Las pymes españolas a menudo aprovechan una economía en la que es fácil centrarse en sectores o nichos de mercado de escaso valor añadido, de manera que se conforman con explotar la oportunidad de negocio o desarrollo económico, y no se plantean hacerlo desde una cultura de innovación y competitividad. Tendemos a ser bastante conservadores y a utilizar las mismas técnicas que el de al lado, mientras consigamos un mordisco del pastel y ello sirva para mantener nuestro negocio.
Las pymes tienen ventajas e inconvenientes. Pueden ser muy ágiles y adaptarse con facilidad a los embates y tendencias cambiantes del mercado, pero tambien pueden ser barridas del mapa de un plumazo si de pronto desaparece el hueco o la oportunidad de negocio en que se basaban, como estamos viendo, por desgracia con frecuencia, en los últimos tiempos. La consolidación de una pyme en un mercado variable es una cuestión más peliaguda de lo que parece, puesto que requiere tanto de visión empresarial, como de recursos de gestión económica y humana, adaptación al mercado y la demanda, respaldo basado en personal con talento e iniciativa, competente y concienciado en el desarrollo del negocio, la reducción de gastos y la orientación a resultados.
Abraham Maslow afirmaba: “cuando la única herramienta que se posee es un martillo, cada problema empieza a parecerse a un clavo”. Mientras existan clavos en abundancia, habrá tanto personas que se sentirán tentadas, como empresas que impulsarán a una parte de sus empleados a lanzarse a la aventura emprendedora, aquellos como opción de futuro, éstas como una manera sencilla de reducir costes. Cuando la situación cambia, hemos de ser capaces de buscar nuevas utilidades a la herramienta disponible y de atisbar la dirección de los cambios, localizando otras nuevas que nos permitan seguir en la brecha captando nuevas oportunidades de negocio.
Esta es una cuestión que, en mi trabajo de asesoramiento empresarial, encuentro de modo recurrente: ¿A qué tenemos que estar atentos?, algo que podríamos traducir como: ¿Qué es lo primero, el cambio del entorno o la oportunidad?. Casi siempre devuelvo esta pregunta a mi interlocutor, porque la respuesta es única para cada empresa, puesto que sólo puede encontrarse dentro de su propia estructura. ¿Qué puedes detectar primero y cómo y quién lo hace?, suelo responder.
La mejor vía para comprender qué está cambiando y cómo nos puede afectar está dentro de la propia empresa. Y el primer paso es cambiar la forma de pensar de los responsables que deben mirar a las personas a las que lideran como sus mejores herramientas y soporte, puesto que son quienes poseen el conocimiento, el talento y la capacidad para responder a los interrogantes. Deben buscar y potenciar la creatividad y el talento, que nos llevarán a identificar los cambios y las oportunidades con las que desarrollar proyectos de innovación, teniendo siempre presente que la innovación y la competitividad es algo que se transmite de arriba hacia abajo. Una empresa dónde esta filosofía no se impulse y potencie desde los niveles superiores de responsabilidad, dificilmente tendrá una organización compuesta por personas comprometidas y motivadas. ¿Qué será mejor, muchos martillos o un caja de herramientas bien surtida?.
Como muy acertadamente postuló Alvin Toffler, en un sistema económico basado en el conocimiento, antes que en el trabajo, las habilidades se vuelven obsoletas con gran rapidez, lo que significa que todos tenemos que aprender continuamente nuevas habilidades para realizar tareas que cambian sin cesar; un perfecto reflejo de lo que ha ocurrido en los últimos treinta años. También sabemos que la resistencia al cambio es algo que está en la personalidad humana y que nuestra educación y cultura social se encarga a menudo de potenciarlo.
Las pymes son el terreno perfecto para llevar a cabo una renovación en profundidad; las estructuras internas son más flexibles; el impulso del lider empresarial es directo y contundente; las personas trabajan codo con codo y el compromiso por el empleo y la competitividad pasa de ser una cuestión que compete sólo al jefe, a un compromiso global de todos sus integrantes. Hace unos días, un empresario me comentó que cuando su asesor financiero le dijo: "reduzca personal", él le preguntó como se sentiría si de pronto perdiese un buen compañero de trabajo y cómo se las apañaría si además olvidase una parte de que lo que sabe. Planteó la situación a la plantilla y entre todos surgieron y se pusieron en marcha varias iniciativas que estaban permitiendo afrontar la situacíón sin despidos.
Adoptar en la cultura de nuestra empresa sistemas de reconocimiento personal a la capacidad de aceptación del cambio, a la implicación en la innovación y a la contribución de las personas con sus aportaciones creativas, si se hace de una manera sincera y efectiva, además de reducir la resistencia y los efectos negativos de los cambios, potenciará un clima de colaboración, suavizará las barreras internas y provocará efectos positivos mensurables de forma inmediata. Promover una cultura de crecimiento personal dentro de la empresa en la que se fomente el apoyo a la formación, la experimentación, las nuevas ideas, el aprendizaje de los errores, la búsqueda de la excelencia y el interés por la superación personal y colectiva, hará que la propia cultura empresarial también se vea impulsada por estos valores.
¿Te he dicho alguna vez lo interesante que me parece tu blog? De verdad te lo digo, me ayudas a abrir miras.
ResponderEliminarSigue dándonos "herramientas" para mejorar.
Un besote!
Si, pero como a todos, me gusta que me lo digan.
ResponderEliminarBesos María.