Hace poco asistí a una conferencia en la que un reputado especialista hizo una disertación realmente interesante. En un momento de la charla, la presentación de Power Point salió por peteneras y pudimos observar que mostraba un nivel de manejo informático que podríamos calificar piadosamente como de absoluta torpeza. Tuvimos ocasión de charlar al final y al preguntarle amablemente al respecto, comentó que la tecnología le había llegado tarde, que en su campo de actividad él sólo había empezado a utilizarla porque era ya imprescindible para manejar la documentación y el correo electrónico y, además, tenía ayudantes jóvenes que le facilitaban su relación con los ordenadores. Eso sí, recientemente había aprendido a hacer presentaciones sencillas con Power Point aunque otra persona le ayudaba con los efectos y detalles finales.
La verdad, me dio que pensar que una persona tan brillante, sin embargo fuese casi un “analfabeto tecnológico” y me preocupa que esto sea algo bastante común en una porción importante de personas que por su posición, ocupación y nivel cultural deberían haber adquirido, cuando menos, una destreza en el manejo de los ordenadores, Internet o la tecnología más común.
¿Es tan difícil adquirir las -tan aparentemente complicadas- nuevas destrezas que exigen los aparatos tecnológicos?. Mi propio padre, con ochenta años, hace diez que tiene un ordenador y, aunque he tenido que explicarle pacientemente muchas veces algunas funciones sencillas, -muchas de ellas repetidas veces-, poco a poco ha adquirido un manejo más que aceptable, incluso retoca las fotos de la cámara digital con Photoshop. Sin embargo, mi madre creo que no se habrá sentado frente al ordenador más de un par de veces. ¿Porqué algunas personas sí lo hacen y otras no?.
Posiblemente diré una obviedad, pero creo que sólo hay dos razones que separan ambos grupos: motivación y necesidad. Si no existen ambas en una mínima proporción es muy difícil que una persona que no haya tenido contacto previamente, se acerque al mundo de las TICs y ser conscientes de ello puede hacer que consigamos mejorar este acercamiento.
El año pasado tuve oportunidad de participar en la campaña de AETICAL denominada “Un móvil un amigo a mano”, enseñando a grupos de personas mayores a utilizar el teléfono móvil por toda Segovia. El objetivo de la campaña era lograr que los mayores adquirieran una autonomía suficiente en el manejo del aparato que les permitiera incorporarlo a su vida diaria como un elemento de apoyo en sus relaciones y para su seguridad personal.
Fue emocionante ver cómo, grupo tras grupo, personas con un móvil -que sus hijos les habían regalado por su cumpleaños o dado un terminal ya pasado de moda, “para estar tranquilos”-, que sólo utilizaban para recibir las llamadas de la familia, con dedos torpes, vista precaria e incluso poca habilidad lectora, descubrían cómo hacer una llamada o al enviar durante la clase un mensaje a su hija, sonreían cuando llamaba de inmediato a preguntar: tengo un mensaje, ¿pasa algo mamá?, y contestaban con orgullo "que estoy aprendiendo a poner SMS y te cuelgo hija, que estamos en clase". No pocos me han parado después al cruzarse conmigo por la calle a preguntarme todavía alguna duda o a decirme que llaman o se intercambian mensajes con sus nietos o que ya han metido en la agenda todos los teléfonos de sus amigos.
Puede que muchas de las casi trescientas personas mayores que participaron no sintieran antes la necesidad de un móvil, (quizá la necesidad sea la sensación de tranquilidad para quien se lo regalaron), pero al empezar a comprender su manejo todos descubrieron motivos para utilizarlo y en ese mismo momento surgió la necesidad y la conveniencia de tenerlo y usarlo para llamar a familia y amigos; de llevarlo cuando salen a pasear, o se van a la huerta, al pinar o a echar de comer a los animales, en lugar de dejarlo en casa; y saber cómo llamar al 112, si de pronto el otro se pone enfermo.
Por otro lado, me queda un regusto amargo al ver que personas como la que citaba al comienzo no sean capaces de encontrar motivos para vencer la aprensión de enfrentarse con decisión a sus propios miedos y adentrarse en un mundo lleno de posibilidades. Si algo he aprendido, es que (al igual que a aprender a leer, por ejemplo) cualquiera es capaz de comprender y manejar las TICs, a cualquier edad y en cualquier situación personal, sólo hace falta descubrir cómo la tecnología es capaz de interesarle y motivarle y a través de ello hacer que sienta la necesidad de aprender más y, por supuesto, dedicarle el tiempo y la atención necesaria para que sea capaz de asimilarlo a su propio ritmo, no al de quién le enseña y que ello además, puede enriquecer enormemente su vida.
Hay una frase de Oliver Wendell Holmes que lo describe muy bien: "Los seres humanos no dejan de jugar porque envejezcan, envejecen porque dejan de jugar".
Placer y felicidad son incompatibles
Hace 4 años
Luis, estoy seguro que los dos factores que citas son fundamentales para que alguien no nativo digital se lance a utilizar la tecnología. Estos dos factores son factores que el "usuario" debe tener para atreverse pero también creo que tiene que vencer el tercer factor: el miedo a la tecnología. Escribí algo en este mismo sentido en mi blog: blog.iberzal.com/2008/01/17/fobia-a-la-tecnologia-miedo-a-lo-desconocido
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