Todos los días, cientos, miles de empresas salimos a las series clasificatorias luchando por estar en la siguiente ronda y llegar la final, aun sabiendo que en nuestra serie, o en la siguiente, corren los mejores. Entramos a la cámara de llamadas botando, calentando los músculos, equipados con nuestro presupuesto, la oferta comercial, mirando de reojo al rival y pensando en la estrategia de una prueba que a menudo no sabemos del todo cómo va a desarrollarse.
A veces es un 100, un parpadeo, y se acabó. Otras un 3.000 obstáculos, en el que los participantes se van quedando atrás en cada valla, algunas un 10.000 que se corre a ritmo agónico con el grueso del pelotón llegando juntos a la última curva y se resuelve en los últimos 50 metros. En ocasiones se parece a un concurso de saltos o lanzamientos, dónde nos van poniendo el líston más alto cada vez y todos nos esforzamos por hacerlo mejor que el rival, no hacer nulos o saltarnos el tercer intento y arriesgarnos tratando de batir la marca personal, el récord nacional o del mundo y conseguir el contrato. Si bien la mejor satisfacción es lograr superarse, en ocasiones ni siquiera dando lo mejor logramos el objetivo.
A veces es un 100, un parpadeo, y se acabó. Otras un 3.000 obstáculos, en el que los participantes se van quedando atrás en cada valla, algunas un 10.000 que se corre a ritmo agónico con el grueso del pelotón llegando juntos a la última curva y se resuelve en los últimos 50 metros. En ocasiones se parece a un concurso de saltos o lanzamientos, dónde nos van poniendo el líston más alto cada vez y todos nos esforzamos por hacerlo mejor que el rival, no hacer nulos o saltarnos el tercer intento y arriesgarnos tratando de batir la marca personal, el récord nacional o del mundo y conseguir el contrato. Si bien la mejor satisfacción es lograr superarse, en ocasiones ni siquiera dando lo mejor logramos el objetivo.
Conseguir cerrar un negocio, poner en marcha un nuevo producto, una estrategia comercial, entrar como proveedor en un concurso, conseguir nuestras metas son logros importantes, las medallas en el pecho nos hacen sentir los mejores, atraen los aplausos y las felicitaciones.
Pero no olvidemos que mañana tenemos que seguir trabajando y que cualesquiera que sea nuestra posición en el ranking, es gracias a dos factores: nuestra preparación y esfuerzo y la presión de la competencia. En el ámbito empresarial, ambos son esenciales e influyen de modo relevante en cómo debe ser nuestro entrenamiento diario, de tal modo que trabajaremos la velocidad y la rapidez de la reacción, la resistencia, o la fuerza, empresarialmente hablando, según nos convenga.
Quizá, como los decatletas, deberíamos intentar conseguir un buen nivel de desempeño en todos los frentes empresariales que abarcamos y, además, lograr destacar en una o varias pruebas que, al final nos den los puntos necesarios para estar arriba. Quizá, como los atletas paralímpicos, deberíamos ser capaces de superar nuestras limitaciones, afrontar nuestros miedos y luchar por nuestros sueños.
Bien pensado, el lema olímpico acuñado por Coubertin: Citius, altius, fortius, (más rápido, más alto, más fuerte), también es una excelente máxima empresarial.
Cada día me gusta más leer tu blog, realmente están siendo artículos muy interesante y que además reflejan la realidad de la situación económico empresarial y a la vez la familiar.
ResponderEliminarEste artículo define muy bien cuales son los retos de la vida, y deja muy claro que la superación es cuestión del esfuerzo de uno mismo, junto a las dificultades del entorno, si todo fuese fácil nada sería un reto.
Enhorabuena por esta fuentecilla que cada día corre por más lugares.
Con esta sequía (de agua y también de otras cosas), se agradecen mucho más los comentarios. Aprecio el tuyo doblemente, al venir de alguien que lucha a diario en primera línea y, además, dedica unos minutos a leerme y a escribirlo.
ResponderEliminarUn saludo.