Ver el embalse prácticamente entero con una gruesa capa de hielo es todo un espectáculo que, aunque se repita muchos inviernos, siempre es atractivo. El hielo se va resquebrajando con grandes grietas que luego se unen creando formas arbitrarias, con una belleza insólita.
A veces, los visitantes también han intervenido y los craquelados del hielo que dejan las piedras que se arrojan para ver si el hielo se rompe, producen líneas inesperadas, abruptas en ocasiones, en otras causan dibujos concéntricos que se van suavizando con las heladas. Unas bandadas de patos pululan por el embalse, alternando entre los espacios de agua libre y las masas de hielo, por dónde patinan como expertos, lanzándose a por los pedazos del pan que echan las familias con niños.
Viendo el Pontón tan lleno, después de las imágenes de este verano cuando apenas estaba al 40%, uno se siente agradecido y reconfortado y al mismo tiempo, toma conciencia de cuán frágil es nuestro entorno y de la urgente necesidad de concienciarse de que vivir sosteniblemente es una prioridad ineludible.
A los que dicen que hay que "disfrutar mientras se pueda hacer" les contesto que hay que "hacer que se pueda disfrutar."
fELICIDADES, INTUYO UN BLOG SUPER INTERESANTE... Victor
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